Fe y vida en un solo testimonio

Fe y vida en un solo testimonio

Esta semana el Señor nos invida a poner el pecho y la cara en defensa de la dignidad de cada persona que se cruza en nuestro camino, y que sea la Misericordia la tarjeta de presentación de todo aquel que se auto denomina discípulo de Cristo.

La advertencia de Jesús en estos días tiene una razón de ser: muchos se vuelven pura boca, pura pose ante la cámara, y poco hacemos para que el hermano esté mejor, viva mejor, y encuentre el camino hacia su salvación integral, es decir, la eterna y la de aquí y ahora.

Con la pandemia son tantas las situaciones que han salido a flote. Tanta necesidad, tanta discriminación y falta de oportunidades; tanta falsedad.

Sin embargo, también ha sido enorme la cantidad y calidad de obras que han surgido para ayudar y promover al prójimo.

Esta semana la Palabra nos está poniendo en la encrucijada: ¿en cuál lado estás, en el de los que públicamente se comprometen a servir al Señor, pero son incapaces de obrar de acuerdo con sus palabras, o el del servidor alegre que –en silencio– se entrega para dar lo mejor de sí en beneficio de la comunidad?

Ojalá seamos de aquellos que aunque parecen negarse al servicio, terminan dando lo mejor de sí en la transformación de la viña.

Que las nuestras no sean conciencias anquilosadas y estériles. Eso es lo que Jesús nos está proponiendo.

Cristo nos hace un llamado impostergable a la justicia y al discernimiento, para que dejemos de ser “pura boca” y gente anclada al rito, pero no al Amor, ese que empuja al servicio, a la caridad y al abrazo abierto a todos.

¡Ánimo!