Fermentar los ambientes

Fermentar los ambientes

Lo diremos en lenguaje cristiano: impedir que el mundo te seduzca. Por el contrario, lo ideal es que el cristiano fermente el ambiente con los criterios de Cristo.

Por supuesto eso requiere que primero la persona tenga un encuentro personal con Jesucristo, ya que es lo único que produce una transformación radical en el hombre y la mujer.

A partir de ahí, la parálisis deja de ser una opción  lo mismo que la autorreferencialidad (primero yo, segundo yo, y tercero yo).

Como la auto evangelización tampoco es posible, empezamos a vivir las experiencias de fe en y desde la comunidad, al mismo tiempo que empezamos a hacer una síntesis entre fe y cultura en nuestro interior.

Una vez rescatados de nuestra conciencia aislada, le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos.

 Entonces dejamos de creer que somos elcentro de todo, y empezamos a confiar en la Providencia, y no en nuestras propias fuerzas y puntos de vista. Entendemos, de una vez por todas, que no estamos por encima de los demás, y nuestras necesidades particulares dejan de ser el centro de nuestra vida.

 Es en ese momento cuando empieza la donación de la propia vida, para beneficio de los otros, de la comunidad. El encuentro con Jesús provoca que ya no me busque a mí mismo, sino a Él en el rostro del hermano. Desde este punto de la vida cristiana, de la experiencia de Dios, comenzamos a pensar en fermentar los ambientes, enriquecerlos con esta nueva propuesta que nos ha mostrado Cristo.

 Un cristiano no se puede quedar con esta riqueza para sí mismo. Dice el papa Francisco que esto sería mezquino y enfermizo. Toca salir entonces, levantar la lámpara y ponerla en la azotea de la vida, para que la oscuridad deje de ser una opción.