La Catequesis es enteramente necesaria para la expansión de la fe y de la Iglesia. De la catequesis depende el crecimiento de la Iglesia, no sólo en número de bautizados, sino especialmente, en crecimiento de la fe. Por ello, es preciso tomar en cuenta los factores que benefician esta labor. Un ambiente familiar estable y adecuado, una formación adecuada de los catequistas, así como el apoyo decisivo del párroco y de la comunidad parroquial, son factores que contribuyen al desarrollo adecuado de la catequesis.
La formación integral y continua de los catequistas constituye otro factor importante. Podría pensarse que los catequistas que llevan muchos años en esta labor, no requieren ya seguir formándose. Pero la catequesis de hoy está expuesta, cada vez más, a situaciones y problemas nuevos, que requieren nuevas cualidades y una más esmerada preparación. No es suficiente la buena voluntad de la persona que se dedica a la transmisión de la fe. El Directorio General para la Catequesis nos recuerda que “la finalidad de la formación [de los catequistas] busca, que el catequista sea lo más apto posible para realizar un acto de comunicación: La cima y el centro de la formación de catequistas es la aptitud y habilidad de comunicar el mensaje evangélico”.
Los párrocos son indispensables para guiar y apoyar a los Catequistas en el anuncio de la “Buena Nueva” a los hermanos no cristianos, preparándolos luego a ingresar en la comunidad eclesial con el bautismo, y a los ya bautizados, a crecer en el fervor de la vida cristiana. Además, el párroco impulsa la concientización de toda la comunidad parroquial, especialmente el resto de los agentes de pastoral, acerca de la importancia y el papel de la catequesis en la comunidad. Hay que recordar que de la actual dedicación de los catequistas con el apoyo del párroco y de la comunidad, dependerá la calidad de las futuras comunidades cristianas.