Héctor Gallego, modelo de acción patoral para nuestro tiempo

Héctor Gallego, modelo de acción  patoral para nuestro tiempo

Por Patrick Hanssens

Se cumplen 49 años, y la memoria de Héctor Gallego sigue viva entre nosotros. Héctor era un profeta, porque supo devolver la esperanza a los campesinos de Veraguas  explotados y desamparados. También en este tiempo de la pandemia, la vida de Héctor nos sigue inspirando porque en medio de las más grandes pruebas es importante mantener la esperanza que Dios jamás abandona a su pueblo. Héctor formó a los laicos para que asumieron su responsabilidad en la iglesia, trabajó por una “Iglesia en salida”, comprometida con la vida del pueblo. En todo este caminar, Héctor siempre mantuvo la fe que la semilla sembrada germinará y dará frutos abundantes. 

En 1967 fue ordenado sacerdote por Mons. Marcos McGrath y algunos meses después nombrado primer párroco residente en Santa Fe de Veraguas. En aquel momento, Santa Fe tenía 7,500 habitantes, una población pobre y rural, en gran parte desnutrida. Durante los meses del verano, muchos campesinos salían al Ingenio a cortar caña para regresar después a sembrar un poco de arroz, aunque la tierra no produce el arroz, algo de verdura y frijol de palo.

CELEBRACIÓN. En 1967 fue ordenado sacerdote por Mons. Marcos McGrath.

Héctor inició su labor pastoral en Santa Fe a la luz de la Conferencia Episcopal de Medellín. Dicha conferencia insistió en la renovación de las estructuras pastorales, promoviendo las Comunidades Eclesiales de Base. El cristiano debe vivir la fe en medio de la vida de cada día, impulsando en su comunidad la fraternidad y justicia social. La comunidad cristiana de base es así el primer y fundamental núcleo eclesial, foco de la evangelización y motor de promoción humana y de desarrollo. Medellín insistió en la descentralización de la parroquia, en la formación de líderes locales y el compromiso cristiano para la transformación de la sociedad.

Dedicó gran parte de su tiempo a la formación de líderes.

En el corto tiempo que Héctor trabajó en Santa Fe, recorrió las diferentes comunidades campesinas, reflexionó junto con ellos su realidad de marginación a la luz del Evangelio. Dedicó gran parte de su tiempo a la formación de líderes para que fueran agentes de evangelización y de promoción humana en sus respectivas comunidades, todo esto basado en la creación de comunidades eclesiales de base.

Los campesinos de Veraguas tenían una religiosidad profunda, pero enmarcada dentro de unas prácticas religiosas tradicionales que no llevan a una reflexión profunda del mensaje central del Evangelio y mucho menos a un compromiso de lucha por la justicia. Héctor inició un trabajo de Evangelización-Concienciación. Cada asamblea se inició con la reflexión de la Palabra compartida entre todos, siempre confrontando el mensaje del Evangelio con la vida de cada cual y la situación que existía en el diario vivir de las comunidades. Las reflexiones grupales en torno al Evangelio y la realidad fueron despertando una conciencia crítica de la gente, en cuanto a la necesidad de cambiar situaciones de pecado, tanto personal como social.

Cuando se van descubriendo las contradicciones entre lo que dice el Evangelio y las condiciones de vida, va naciendo el compromiso por el cambio. Esto hizo que la gente tomó una mayor conciencia de las diferencias que existían entre los que ostentaban el poder económico y político, y la masa empobrecida y excluida de cualquier participación. Las prácticas religiosas tradicionales tuvieron que dar paso a un nuevo modelo de iglesia más participativo y laical, donde el sacerdote anima y acompaña el proceso de la mano con la comunidad cristiana.

La Cooperativa “Esperanza de los Campesinos” es producto de este proceso de trabajo que comenzó operaciones con los ahorros que centavo a centavo hicieron sus asociados. El Padre Héctor decía a los cooperativistas en sus reuniones que la Cooperativa debía “humanizar el capital”, es decir poner el dinero al servicio de la gente. En este sentido quedaba claro que la Cooperativa son las personas, los hombres y las mujeres que la integran y no la cantidad de almacenes. Los proyectos deben ser medios para satisfacer las necesidades de los asociados y de las comunidades.

MISIÓN. Aquí con su pastor y amigo, monseños Martín Legarra.

El método pastoral aplicado por Héctor en Santa Fe, mantiene su actualidad y nos sirve de guía para el trabajo pastoral con la gente. Si queremos insertar la Iglesia en los ambientes populares y garantizar que produzca frutos en la vida de la gente, es necesario que la parroquia se descentralice, que salga del centro parroquial hacia las comunidades, que involucre a los laicos en el trabajo pastoral, que reflexione la vida de la gente a la luz del Evangelio y se comprometa de manera concreta a promover los cambios necesarios para una sociedad más justa y solidaria. Estas comunidades eclesiales podrán aportar desde su propia identidad e inspiración para un estilo de lucha no-violenta que respete en cada momento la dignidad de las personas y trabaje de esta manera en la promoción del bien común.

DATOS PARA LA HISTORIA

  • La noche del 9 de junio de 1971 fue secuestrado el sacerdote Héctor Gallego. Desde entonces, la Iglesia y la sociedad panameñas se preguntan ¿Qué pasó con sus restos?
  • Desde su desaparición, la Conferencia Episcopal Panameña emitió tres comunicados: 14 de junio, 22 de julio y 20 de agosto, de 1971. Y a través de todos estos años.
  • Tras el derrocamiento de los militares, se reabrió y en 1993 un jurado de conciencia condenó a 15 años de prisión por el secuestro y asesinato del religioso a militares.