Era la medianoche del 9 de junio de 1971, cuando dos policías de la Guardia Nacional obligan al padre Héctor Gallego, Párroco de Santa Fe de Veraguas, a salir de la vivienda de Jacinto Peña y Clotilde Toribio. Nunca más se supo de él a pesar de las diligencias efectuadas por la Iglesia Católica y de todo un pueblo que exigió que fuera devuelto con vida.
Han pasado 48 años de su desaparición y, a pesar que se hizo un juicio, la Iglesia no ha perdido el interés por saber dónde están los restos del sacerdote colombiano que vino a nuestras tierras a predicar el Evangelio de Jesucristo, en una de las zonas de mayor pobreza en el país Este domingo 9 de junio la comunidad católica llevará a cabo diferentes actos conmemorativos con motivo de la desaparición del padre Héctor Gallego, y como todos los años se recordará el hecho, pero sobre todo, su obra y vida entregada a los pobres.
Desaparición del Padre Gallego
En la tarde del 9 de junio, el padre Gallego llega de El Carmen. Entre las 11:30 de la noche y 12 de la medianoche del 9 de junio de 1971, se estacionó un vehículo frente a la casa de Jacinto Peña. Dos extraños tocaron la puerta, luego llamaron a Jacinto y le preguntaron a donde podían localizar al padre Gallego. El sacerdote respondió “Yo soy Héctor Gallego”. Enseguida se le dijo que ellos necesitaban hablar con él pero el sacerdote antes de salir preguntó: ¿Qué deseaban? Se le contestó que tenía que viajar con ellos; seguidamente el cura respondió que no podía ir aduciendo que se presentaría al obispado en la mañana y luego pasaría al cuartel.
Según relato de Jacinto Peña los hombres insistieron para que el sacerdote saliera de la vivienda, y una vez afuera se colocaron a ambos lados, y el campesino sólo alcanzó a escuchar dos gritos que describió como chillido obstruido de una forma que pareciera que “algo le trancaba la boca” al padre Héctor. Fue la última vez que se le vio con vida.
Tras su desaparición
Desde los primeros días del secuestro del padre Héctor Gallego hubo un marcado interés de la Iglesia por conocer lo sucedido, pero el “Código de Omerta” o silencios y lo que hicieron con su cuerpo.
Después de 48 años de su “misteriosa” desaparición la Iglesia no sólo quiere recordar a uno de sus mártires por su fidelidad al Evangelio, sino el sentido profundo de su sacerdocio al servicio del Pueblo de Dios y de entrega a sus hermanos campesinos.
Para el padre Patricio Hanssens recordar hoy a Héctor Gallego nos impone el deber cristiano de resaltar su empeño por llevar la Palabra de Dios a todas las comunidades, y de manera especial a los más marginados y excluidos de la sociedad. También resalta su lucha contra las injusticias y abusos de los terratenientes, así como su logro de organizar a los campesinos en cooperativas.
El sacerdote Hanssens no duda en decir que la figura del Padre Héctor Gallego sigue vigente, porque hoy, como ayer, Dios nos interpela desde la realidad de los empobrecidos y oprimidos de nuestras ciudades y campos, excluidos y marginados de la generación y distribución de la riqueza, en un país de alto desarrollo económico.