Huertos caseros, una opción para enfrentar crisis sanitaria

Huertos caseros, una opción para enfrentar crisis sanitaria
Cosecha. Los pequeños de la casa pueden trabajar en sus huertos caseros.
Edificio. Desde la ventana del piso 9, este culantro se levanta hacia el sol.

 

Sembrar. Las semillas de pimentones, ajíes y tomates que se compran en el súper, se pueden plantar.

Elizabeth de Lao 

Covid19 no solo ha dejado tras de sí desolación, también ha pemitido a los seres humanos aprender grandes lecciones de vida, en especial, que no se puede dar nada por sentado. 

El temor generalizado, a un desabastecimiento de alimentos, llevó a muchos panameños a innovar en sus propios hogares con el fomento de huertos caseros, como una estrategia para garantizar su seguridad alimentaria.

El miedo a no encontrar en los supermercados el tomate, culantro, ajo, papaya, piña, ají criollo, pimentón, zapallo, maíz, melón, espinaca, entre otros productos, provocó que hasta en los balcones, los ciudadanos sembraran en potes estos rubros. 

Y volvimos a nuestras raíces, a la siembra de la tierra, como lo hicieron nuestros abuelos para proveer la comida de la familia.

Con esta premisa coincide el ingeniero Joel Pérez, subdirector Técnico Nacional del Patronato Nacional de Nutrición, quien sostiene que es una manera positiva de lograr el alimento, incluso, se comparte más con los vecinos y en las redes sociales, con el objetivo de obtener comida de calidad, sin agroquímicos y saludable.

Así como se hace en los campos, como costumbre transmitida de generación en generación, ahora se está haciendo en áreas urbanas.

Según Pérez, parte de lo esencial de la seguridad alimentaria es buscar el alimento de bajo costo o producirlo reduciendo esos costos. 

Hoy, con los contratos suspendidos debido al Covid 19, los huertos caseros son una vía para solventar ese gasto y balancear la economía en el hogar.

En los espacios reducidos

Si se trata de agricultura urbana, lo primero es enfocarse  en ver el espacio con que se cuenta, los recursos, fijar el objetivo de lo que se va a hacer y lo que se va a lograr. “No se puede sembrar aguacate en un espacio reducido, por ejemplo”, dice el ingeniero.

Con los recursos de semilla (certificada es lo ideal), tierra, etc., se puede comenzar. Sin embargo, también se pueden usar las semillas que quedan de los productos que se usan al cocinar, como el pimentón, tomate, ají y plantas de hojas de un tamaña no mayor de 30 a 40 cms.

Si es en balcón, debe ser de manera vertical, con maceteros. Se pueden intercalar las semillas entre las plantas decorativas. La idea es que las plantas se adapten a los espacios. Las hortalizas podrían producir en 3 meses.

En un espacio pequeño se puede tener hasta ñame. El ombliguito se pone en bolsas de viveros de 5 libras, o en un pote grande. La enredadera se puede enrollar hasta en el hierro de las ventanas.

Eso sí, hay que enfocarse en lo que ayuda el sol, es decir, en el  Fotopropismo, que es la tendencia de la planta a buscar la luz. A donde da el sol de la mañana, de 7:00 a 11:00, allí se ubica la planta. Esto garantiza su crecimiento, explicó la fuente.

El agua con que se riegan no debe ser clorada. En las residencias, el agua clorada se pone al sereno y así se le sale el cloro, que pone amarilla la planta. Al día siguiente se pueden regar.

El representante del Patronato Nacional de Nutrición explicó que este organismo promueve los huertos familiares en las comarcas y, recientemente, con el Programa de Producción Sostenible de Alimentos, se hace con la comunidad latina y se han armado capacitaciones para enseñarles a sembrar en los espacios reducidos en áreas rurales. 

Ya hay empresas interesadas en que el patronato capacite a los colaboradores, transformando pobreza en autosuficiencia y buena alimentación, para buscar alternativas en las ciudades y garantizar la seguridad alimentaria. 

Hagamos abono orgánico

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Se puede producir abono orgánico en casas o apartamentos, según el ingeniero Joel Pérez. Y se hace asi:

  • Se usan residuos de las legumbres y  verduras que se utilizan para cocinar. Se pican las cáscaras de yuca, otoe, zapallo, ñame, hojas y se echan en un tanque de cinco galones, con pequeños agujeros, que se convierte en una abonera. 
  • En el tanque se depositan unas tres pulgadas de tierra. Se coloca algo debajo, aunque practicamente no bota líquido. Luego toda verdura, raíces, hojas, que se pican se van echando, cuando se llega más o menos a 3 pulgadas, se echa tierra otra vez, y así sucesivamente.
  • Este abono lento puede demorar hasta 3 meses. Pasado ese tiempo, se puede usar. No despide olores fétidos. No use cítricos porque estos producen un olor desagradable. 
  • En patios, se hacen huecos en la tierra y se hace el mismo proceso. Hay que taparlos para evitar los olores

 

Culantro en el balcón 

Hilda García de Rosas es un ama de casa jubilada que reside en el área de El Dorado, en la capital. 

En la ventana de su sala, en el noveno piso del edificio donde vive, mantiene sus preciados potes donde siembra culantro, ajo, cebollina y jengibre.

“La gente dice que el culantro pega en todas partes y yo lo sembré en potes chicos y me pegaron”, dijo. De allí toma sus hojas y las usa para guisar la comida.

Un día compró cebollina y vio que traía la raíz. La sembró y también le pegó en un pote. Con una alegría contagiosa, explica que en esa ventana de la sala ha cosechado pimentón rojo y albahaca.

“Hoy, a la gente no le da por sembrar. Estas casas que se construyen ahora no tienen patio, pero se puede sembrar”, expresó convencida.

Ley que fomenta agricultura familiar

José Bernardo González, director Nacional de Desarrollo Rural del Ministerio de Desarrollo Agropecuario, concuerda en que al principio de la pandemia por Covid19, las personas estuvieron más preocupadas de saber si el país contaría con suficiente producción o inventario para abastecer a la población por el temor de que el sistema de comercio internacional colapsara o que se interrumpiera la cadena de abastecimiento de alimentos. 

Sin embargo, después de que el gobierno impulsara una política de apoyo a los productores, se evidenció que no hubo desabastecimiento, y que el verdadero problema era el desempleo producto de la crisis. Las bolsas de comida y bonos en dinero, definitivamente no son suficientes.

“Entonces las personas entendieron que es necesario sembrar algo de comida para garantizar en alguna medida sus alimentos, en caso de otra crisis”, explicó.

Está seguro que de esta crisis va a resultar algo positivo y será un incentivo para que todos empecemos a sembrar, no solo en los hogares, sino también en las escuelas. “Me atrevo a decir que ahora más que nunca entendemos la importancia de las clases de agricultura en todos lo niveles educativos”, sentenció.

Por lo pronto, el pasado 3 de marzo se sancionó la Ley 127 que crea mecanismos para el impulso y desarrollo de la agricultura familiar. En esta ley, se incorpora el concepto de agricultura urbana, por lo que el Mida trabaja en el diseño de los programas que se establecerán.

Mientras tanto, debido al Covid-19, el Gobierno lanzó el programa Panamá Agrosolidario, con un componente de apoyo (Programa Agrovida) con semillas, insumos y herramientas para ayudar a 30 mil familias pobres de áreas rurales e indígenas, para que siembren su comida.

En el caso de huertos urbanos, se trabaja en un plan a mediano y largo plazo de huertos caseros urbanos que se espera iniciar en 2021. Asimismo, un programa de huertos escolares que apoya a 300 escuelas.

No hay excusa para no tener un huerto 

Por su parte, el Arzobispo de Panamá, Monseñor José Domingo Ulloa, está convencido que, en este tiempo de pandemia, que nos ha pemitido volver a la creatividad para la subsistencia, una de las opciones que hemos de tener en cuenta serán los huertos caseros.

Es una actividad para desarrollar en familia, y no solo como medio de ayuda, sino también para enseñar  esa responsabilidad a todos los miembros de la familia y estar en contacto directo on la naturaleza.

Un huerto casero, incluso en macetas, se convertirá en una ayuda económica, puesto que el cultivo de hortalizas nos ahorrará el gasto en el supermercado, aseguró monseñor. 

Por si fuera poco, tener un huerto ayuda a que el hogar esté bien decorado porque las plantas le aportarán color y alegría.

“Por experiencia lo puedo decir: el cultivo de un huerto en casa no es nada complicado. Solo se necesita dedicar un poco de tiempo al riego, fertilización y estado de salud de la planta”, señaló.

La falta de espacio o de patio en el hogar no es una excusa para no tener un huerto. Según el arzobispo, nos sobran los motivos:

  • De la tierra al plato es una buena forma de tener alimentos siempre frescos, y nos permitirá conocer cómo funciona la naturaleza.
  • ¡Lo he plantado yo! No hay nada mejor como sentir la satisfacción de recibir un alimento de nuestra huerta. Esto hace tener gratitud hacia la naturaleza.
  • Más zonas verdes, pues la mayor parte de la población vive en ambientes muy urbanos, sin ningún contacto con el medio natural y rural. Esto hace que más personas sientan la necesidad de introducir un poco de “verde” en sus vidas.
  • Mejora nuestros hábitos alimenticios y aporta beneficios al cuerpo, porque permite ejercer una actividad más dinámica.
  • Es una alternativa de ocio, sana y barata. Con la crisis y el desempleo se ha experimentado un auge de los huertos urbanos  y la agricultura ecológica como apoyo a la economía familiar.