Del 18 al 22 de marzo, se realizó la Primera Semana Latinoamericana de Iniciación a la Vida Cristiana en Puebla, revisemos juntos el tema desde la catequesis. En Aparecida los obispos nos dijeron: “tenemos un alto porcentaje de católicos sin conciencia de su misión de ser sal y fermento en el mundo, con una identidad cristiana débil y vulnerable.”(DA 286). Se hace necesario formar verdaderos discípulos misioneros. Es por esto que conviene preguntarnos en este tiempo de cuaresma, ¿Qué entendemos en la expresión “formar discípulos”? ¿Qué es Iniciación Cristiana?
La iniciación cristiana, es formar discípulos, es un proceso de transformación, en el que, quien participa, asume el camino de Jesucristo y desarrolla una nueva vida que se manifiesta en su comportamiento personal y comunitario. La catequesis evangelizadora se realiza en este proceso en el que el destinatario es “interlocutor”, y se involucra toda su persona, madurando gradualmente, en esta interacción dinámica en la que se reconoce la iniciativa de Dios. No se nace cristiano, sino que es fruto de la gracia que se ofrece y que libremente se acepta, la iniciación cristiana le permite al hombre participar de aquella Pascua ocurrida en Jerusalén, en la que Dios, ofrece la salvación a todos los hombres de todos los tiempos. De allí que la Iglesia, enviada por Cristo, sale al encuentro de los seres humanos, les anuncia la Buena Nueva, los acoge en su seno y acompaña en el camino de la fe, los incorpora a Cristo por medio de los sacramentos de la Iniciación Cristiana, los hace partícipes de la vida y su misión de transformar el mundo. Estamos invitados a colaborar en la iniciación cristiana, tanto de los no bautiza-dos, como de los bautizados que han interrumpido su proceso de fe. El catequista tiene la gran oportunidad de hacer presente con gestos, cercanía y compasión el regalo de ser cristiano, discípulo de Cristo y misionero.
