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Experiencia que reafirma la fe y fraternidad entre los pueblos del mundo

Experiencia que reafirma la fe y fraternidad entre los pueblos del mundo

Los peregrinos que estuvieron de visita en el Vicariato del Darién vivieron una experiencia única al ser recibidos por la Comunidad Laurel, en Puerto Lara pertenecientes a la etnia Wounan

El dirigente de la comunidad tuvo la gentileza de recrear su diario vivir a los peregrinos de Argentina, Colombia, Honduras, Venezuela y Bolivia junto a toda la comunidad, enseñán­doles la riqueza cultural y sus tradiciones.

El rostro de los peregrinos al llegar a esta aldea que se en­cuentra rodeada de la belleza natural fue de sorpresa; los pobladores les colocaron a cada uno de los peregrinos una pulsera confeccionada de chaquiras, como recuerdo de su visita, y los invitaron a pasar a la casa comunal para darles una explicación de sus comidas y artesanías.

Con el jugo de una fruta, los Wounan continúan con la costumbre de sus antepasados de pintar sus cuerpos con Darién. Los peregrinos se hicieron uno con los niños y jóvenes de esta comunidad que los acogió. diseños de jagua; los peregrinos no se hicieron esperar e inmediatamente hicieron una fila para que las bellas mujeres

vestidas con sus tradicionales parumas, prendas y pinturas, realizaran los diseños geométricos tradicionales en sus bra­ zos, muñecas y tobillos.

Contentos los aldeanos manifestaron su alegría por la visita de estos muchachos, y también por la llegada del Papa Francisco.

Los plátanos fritos y el pescado es el plato que los caracte­riza y esto no podía faltar, son habituales de almuerzo y cena; se sirven como uno de los muchos platos populares de los indígenas de Darién.

El momento cumbre de esa visita a Puerto Lara fue la sor­presa de que las mujeres de la comunidad se llevaran a una de las peregrinas, en este caso a María José de Colombia, para ataviarla con los atuendos correspondientes de su ves­timenta tradicional que incluyen la paruma que es una tela que envuelven a manera de falda a sus caderas hasta las rodillas y collares alrededor del cuello tejido por sí mismas llamadas chaquiras, y sus cuerpos pintados por jagua.

María José no podía ocultar su emoción y al salir vestida, el Dirigente de la comunidad le informó que ya no era una pere­grina, sino una más de la comunidad. Fue entonces cuando se abrió el escenario y les deleitaron con sus danzas y en la tercera pieza invitaron a los peregrinos a unirse.

Peregrinos alemanes llevan alegría al asilo de ancianos

La Catedral San José de David programó una visita al Hogar Santa Catalina, una casa de ancianos dirigida por la Congre­gación de las Hermanas Elizabetinas.

Estos abuelitos esperaban la visita de los peregrinos, on­deando banderitas chiricanas; luego de la bienvenida, la ora­ción inicial, los cantos, lectura del evangelio y el análisis del mismo, los jóvenes peregrinos se acercaron para conversar con ellos, y al finalizar este hermoso encuentro, con el can­to de la JMJ Panamá 2019, eran visibles los rostros llenos de emoción de todos los que allí se encontraban.

Cada uno de los muchachos se encargó de la movilización de uno de los ancianos hacia el comedor para recibir su almuerzo, mostrando de esta forma su respeto y cariño.

Julia, peregrina de 23 años comentó que le gustó mucho ir a evangelizar al Hogar Santa Catalina, y que se sintió muy tranquila, porque los ancianos que estaban allí son alegres, y estaban felices de su llegada.

«Nunca había visitado a unos ancianos de esa forma, y me gustaría decirle a ellos que no pierdan la fe, que son buenos como son, aunque a veces piensan que no tienen mucho significado para la comunidad, no es así, porque ellos repre­sentan lo que nosotros vamos a ser algún día. y creo que es importante cuidarlos», dijo.

Envió además un mensaje a las familias … «quisiera decirles que no se olviden de sus familiares, porque ellos necesitan mucho amor, necesitan mucho cariño, aunque están viejos, eso no importa, son parte de ustedes y los necesitan».

Los jóvenes peregrinos, cantaron en español y en alemán, rompiendo así las barreras del idioma y logrando comunicarse, sobre todo por medio de gestos, abrazos, sonrisas y pronunciando frases básicas para hacerse entender a través del lenguaje universal, el lenguaje del amor.

Sin duda alguna, cada peregrino. miembro de la pastoral y los abuelos, experimentaron la emoción y la certeza que hay más alegría en dar. que en recibir. Los ancianos obsequiaron sus trabajos manuales, banderas de papel pintadas, y a cambio recibieron mucho amor, sonrisas, abrazos y personas que atentamente les escucharon.

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