Al votar, hay que pensar en el sentido de solidaridad, porque está en juego la sobrevivencia del planeta. El papa Francisco lo expresa en la Encíclica Fratelli Tutti: “en este mundo, o nos salvamos todos, o no se salva nadie.
Por Elizabeth Muñoz de Lao
La Iglesia universal celebra con alegría la Resurrección del Señor, aquel que, en pos del bien común, de toda la humanidad, no dudó en dar su vida para hacer su obra de redención.
Pero esa resurrección no se circunscribe solo a aquellos tiempos de hace alrededor de 2000 años. Cada día, con nuestras obras buenas resucitamos; es un nuevo y revalorado comienzo; y en esa resurrección no podemos ser individualistas. Jesús no resucitó para un grupo, lo hizo para que la humanidad entera diera valor a su propia vida.
Y en ese vivir en una sociedad de libre albedrío, los cristianos tenemos que ser testigos de la luz e irreconciliables con la corrupción, tal como adelanta monseñor Oscar Mario Brown, obispo emérito de la diócesis de Santiago.
Y agrega: “lo hallarás entre los pobres y necesitados, favoritos de Dios”.
En ese marco de resurrección, los panameños se preparan para escoger a las autoridades que regirán el Estado. Y para ello, hay que estar preparados.
Al respecto se pronunció Maribel Jaén, directora de Pastoral Social – Cáritas, para quien el pueblo vive un calvario que se refleja en el deterioro y precariedad de las condiciones en que viven muchos. Sin embargo, se refleja también en una esperanza, porque cuando Cristo murió en la cruz, nació inmediatamente la esperanza y la capacidad transformadora de nuestros hermanos.
“Lo más importante que el Señor nos dejó es poder trabajar al estilo de Jesús, Cristo hombre, que partía de la realidad de la gente. No puede haber un proyecto de país, si no parte de la realidad de la gente, de los pobres, de los excluidos, los indígenas, los afrodescendientes, de los trabajadores que viven en las áreas urbano marginales del país”, sustenta.
Y trabajó en equipo. Cristo no vino a transformar el mundo solo, lo hizo con sus discípulos, con las mujeres, en clave de bienaventuranzas, en los que trabajaban por la paz.
Esa paz se traduce, desde la fe, en las condiciones materiales, emocionales, espirituales que tiene toda persona para desarrollar su dignidad. Si se tiene una educación integral, todos podrían tener un trabajo decente; los servicios públicos no serían un negocio; se produciría alimentos con visión sostenible y habría salud preventiva y no solo curativa.
“El mensaje fundamental es la capacidad transformadora que nosotros tenemos, porque cuando Él dijo: `vine para que tuvieran vida en abundancia`, no se traduce en sobrevivencia, precariedad, pobreza, exclusión o discriminación, sino en comunidades donde haya un buen vivir”, resalta.
Elecciones a la luz de la Resurrección
Con respecto a las próximas elecciones ¿cómo debe actuar el ciudadano, a la luz de la resurrección?, se le preguntó.
El Señor manda a ser luz y sal para el mundo, contesta. “Hay que estar pendiente de las propuestas de los candidatos. La falta de agua, la minería a cielo abierto son clave, pues somos coadministradores de la casa común”, dice.
Otro criterio es la integridad. El dinero tiene que dejar de ser el Dios que guía los apetitos de muchos católicos.
En esa línea, con espíritu cristiano, tenemos que sopesar las propuestas de los candidatos. Los panameños tienen un sentido común muy alto e históricamente han demostrado que saben lo que quieren.
“Sabían lo que querían en la dispensa de la soberanía, de los intereses nacionales sobre la de grupos particulares, y tengo la confianza de que tomará las mejores decisiones el 5 de mayo, porque esto no se trata de un proceso electorero, esto se trata de una profunda crisis del Estado que requiere de los panameños una agenda social e histórica del país”, advierte.