Es la alegría de la Resurrección la que nos da la fuerza para seguir en el camino correcto, inclusive cargando nuestras cruces, pero con una luz especial, la luz de la vida, la luz de la victoria.
Por Karla Díaz
¡Verdaderamente ha resucitado!… en nuestras vidas, en nuestros corazones, en nuestras familias. Es el momento de dejar que Cristo actúe en nosotros, y de que luchemos por ser mejores, por construir cada día un mundo más justo, y logremos una mejor relación de familia.
¿Cómo? Haciendo vida lo que celebramos en estos días santos, pero, sobre todo, hoy domingo de Resurrección siendo testimonio para otros. En la familia por ejemplo, dejándoles saber a nuestros hijos que vale la pena creer en Jesucristo.
“En el testimonio de alegría de los padres con sus hijos, en el hecho de que puedan ver en la figura de sus padres al mismo Cristo, proyectar su presencia, su amor, eso también es resucitar”, destaca el padre Israel Ramos, coordinador de catequesis de la Arquidiócesis de Panamá.
Para el sacerdote es importante que los niños descubran lo importante que es celebrar esta fe, en la liturgia; que vean a sus padres que van con alegría al encuentro del Señor para celebrar la eucaristía.
“Eso hay que inculcarlo desde pequeños, hay que hacerles sentir que en la eucaristía está la presencia viva y resucitada del Señor que viene a nuestro encuentro”, destacó el padre.
Hay que saber qué es la Pascua y transmitirlo a nuestros hijos
La resurrección solo se entiende cuando antes se ha subido a la Cruz, es decir, si uno como discípulo, día a día, aprende a morir a sí mismo en beneficio de los demás, ya que, resucitar viene a ser la certeza irrefutable de que todos los sufrimientos no son en vano. Así lo explica el padre Nelson Magallón, Vicario de la parroquia San Francisco de Paula de La Chorrera.
De ahí que, en la familia cada uno podrá comprender este acontecimiento salvífico desde sus propios roles familiares.
“A los padres le corresponde la tarea de entregarse y sacrificarse por sus hijos, no viéndolo solo como una obligación, sino como la realización de la vocación, porque en la medida en que se muere, luego se experimenta el gozo de haber hecho las cosas bien en los hijos”, recalcó el sacerdote.
Agregó que los hijos tienen, por su parte, el deber de obedecer a sus padres. “Cristo, siendo hijo, aprendió sufriendo a obedecer, y esa obediencia lo llevó a la cruz, y la cruz lo llevó a la Pascua.
De tal manera, que la resurrección no es solo un concepto, sino una consecuencia lógica de morir a sí mismo… “porque no se lucha por resucitar, se lucha por morir al pecado día tras día, y así se resucita”, puntualizó el sacerdote.