Muchas vivencias, mucha emoción, y el mensaje de Cristo llegando a través de los jóvenes misioneros que fueron instrumento en cada uno de los hogares visitados.
Por Karla Díaz
Sin mirar atrás, la juventud de la Arquidiócesis dijo sí a la misión y partieron a las distintas comunidades de las zonas episcopales, tocando puertas y entrando de casa en casa para llevar el mensaje de amor que Cristo nos regala, sobre todo en este Año Jubilar 2025 dedicado a la esperanza.


Han sido muchas las experiencias que han vivido los misioneros, cada una más enriquecedora que otra. María Cedeño, joven monaguilla y parte del grupo juvenil de la parroquia María Madre de Dios de Don Bosco, destacó la apertura que tuvo la gente con ellos.
“Desde el primer momento nos abrieron las puertas de los hogares, nos escucharon y conversaron con nosotros sobre el mensaje. Espero que luego de esta misión haya más frutos y que más personas abran las puertas de su corazón a Dios y le sigan”, expresó María.
Por su parte, el seminarista Abraham Ardines destacó el ánimo de los fieles católicos, ya que ven como positiva la iniciativa de ir casa por casa llevando el evangelio, cosa que según ellos mismos dicen, no se ve todos los días y se debe hacer más.
“Ha sido maravilloso visitar cada sector; considero que en este caminar hemos sido luz y peregrinos de esperanza para ellos, porque hemos compartido el mensaje. Ellos lo han recibido con un corazón dispuesto y con amor”, destacó Ardines.
El mensaje nos ha quedado
La joven Irina Samaniego destaca que los misioneros llevaron a su comunidad de El Crisol, la esperanza para vivir este 2025 de la mano del Señor. “Muchos de estos muchachos han dejado sus deberes, sus trabajos para servir al Señor, y están llevando un pedacito del evangelio a cada casa, lo que es muy positivo”, dijo.
Con ella concuerda Hania a quien le ha encantado compartir, en su hogar, con los misioneros ya que han estado muy dispuestos a animar y activar la comunidad que necesita de más misiones como estas.