Periodistas, publicistas, creativos, locutores, comunity managers y demás expertos en comunicación pasaron por la Puerta Santa para unirse en comunión y esperanza al Santo Padre que los convocó.
Por Redacción
Roma, corazón de la cristiandad, se convirtió en un vibrante epicentro de reflexión y celebración con la apertura del Jubileo del Mundo de las Comunicaciones, un evento que congregó a profesionales de los medios y la comunicación de todo el mundo. Este encuentro especial, inspirado por el Papa Francisco, marcó un hito dentro del Año Santo, subrayando la importancia de la verdad, la ética y la esperanza, en un mundo cada vez más moldeado por la tecnología e información.
Un inicio penitencial y lleno de fe

El viernes 24 de enero, miles de periodistas, publicistas, locutores y creativos se reunieron en la Archibasílica de San Juan de Letrán para participar en un acto penitencial y la Santa Misa que dieron inicio al Jubileo. El ambiente estaba cargado de solemnidad, pero también de esperanza. En sus palabras de apertura, el Papa Francisco recordó la misión esencial de los comunicadores: “Comunicar es salir de uno mismo para dar algo al otro, es un encuentro que exige verdad y compromiso”.
Los asistentes cruzaron la Puerta Santa, simbolizando un paso hacia la reconciliación y el compromiso renovado con la verdad. Este gesto no solo marcó el inicio del Jubileo, sino que también subrayó la necesidad de un periodismo que construya puentes y promueva el bien común en un tiempo de polarización global.
Una peregrinación de fe y compromiso

La jornada del sábado 25 de enero comenzó con una emotiva peregrinación hacia la Basílica de San Pedro, un recorrido marcado por el canto, la oración y la esperanza. Un grupo diverso de comunicadores, liderado por monseñor Daniel Blanco, presidente de Comunicación del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), y monseñor Manuel Ochogavia, presidente de Medios de la Conferencia Episcopal Panameña, recorrió la Vía de la Conciliación en unidad, cruzando juntos la Puerta Santa como símbolo de su fe y compromiso renovado con la misión de comunicar la verdad y la esperanza.
En su intervención, monseñor Daniel Blanco destacó la importancia de este Jubileo, resaltando el privilegio de que el Santo Padre haya elegido iniciar el Año Santo con el mundo de las comunicaciones.
Según sus palabras, este gesto simboliza el reconocimiento del papel fundamental que desempeñan los comunicadores en la construcción de puentes de entendimiento y reconciliación.
“Es un privilegio que el primer Jubileo esté dedicado al mundo de las comunicaciones. Este momento de peregrinación, atravesando la Puerta Santa, nos permite recibir la gracia jubilar, que no es más que la misericordia y el amor infinito de Dios. Es un tiempo de preparación espiritual, una invitación a abrazar el regalo de la salvación que nos ofrece Jesucristo en el misterio pascual”, expresó monseñor Blanco.
El obispo también reflexionó sobre la misión de los comunicadores en la Iglesia y en la sociedad, enfatizando la necesidad de transmitir un mensaje cargado de verdad y esperanza. “El Papa nos llama a comunicar la esperanza y la verdad. Y ambas están profundamente vinculadas al acontecimiento pascual de Cristo, quien es el camino, la verdad y la vida. Nuestra misión es llevar ese mensaje de salvación al mundo, con autenticidad y compromiso”.
El encuentro con el Papa: Un mensaje improvisado de esperanza
El punto culminante del evento llegó con el encuentro en el Aula Pablo VI, donde el Papa Francisco dirigió un mensaje cargado de espontaneidad y sinceridad. En lugar de leer su discurso preparado, el Santo Padre optó por hablar desde el corazón: “Comunicar es divino. Su trabajo no solo construye la sociedad, también construye la Iglesia. Pero recuerden, siempre debe ser verdadero”.
El Papa agradeció a los presentes por su dedicación, destacando el papel vital que juegan los comunicadores en tiempos de crisis. También recordó a los periodistas que han perdido la vida en conflictos bélicos y lanzó un llamado urgente por la liberación de los profesionales de la comunicación encarcelados injustamente:
“La libertad de los periodistas es la libertad de todos nosotros. En este Jubileo, pidamos que se abran las puertas hacia la libertad”.
Narrativas de esperanza y responsabilidad
Francisco enfatizó el poder transformador de las historias, animando a los comunicadores a contar relatos que alimenten la esperanza: “Incluso en medio del mal, hay migajas de bien que deben ser vistas y narradas. Hablar de esperanza es abrir espacio para la posibilidad de reparación”.
También exhortó a los asistentes a combatir la “podredumbre cerebral” causada por la saturación digital, especialmente en los jóvenes, promoviendo una alfabetización mediática que fomente el pensamiento crítico y el discernimiento. “Los grandes cambios no vienen de mentes dormidas, sino de corazones iluminados”, subrayó.
Un Jubileo que invita a la reflexión y acción

Este Jubileo no fue solo una celebración, sino un llamado urgente a la reflexión y la acción. La participación de figuras como la periodista filipina Maria Ressa, Premio Nobel de la Paz, y el escritor irlandés Colum McCann, agregó profundidad al encuentro. Sus testimonios, moderados por Mario Calabresi, destacaron la importancia de la valentía y la autenticidad en la comunicación, valores que el Papa Francisco reiteró en su mensaje.
En el evento también se contó con una emotiva interpretación musical del violinista Uto Ughi, cuyas notas resonaron en la Sala Nervi, llenando el espacio de un sentido de trascendencia y unidad.
Una misión renovada para los comunicadores
El Papa Francisco dejó a los participantes con un desafío claro: “Tienen una responsabilidad única. Ustedes tienen el poder de reavivar la esperanza, de construir puentes y de promover la verdad. Sean valientes en su misión”.
Este Jubileo, el primero de los más de 35 eventos programados dentro del Año Santo, sentó las bases para un diálogo profundo sobre el papel de los medios en un mundo herido por la desinformación y la división. Los comunicadores salieron del encuentro, no solo con la bendición del Santo Padre, sino también con un compromiso renovado de ser portadores de luz y esperanza en su labor cotidiana.