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La catequesis enraizada en la vida de las personas

La catequesis enraizada en  la vida de las personas

Una catequesis es esencialmente acción en un contexto concreto, respondiendo con acciones, ya decía San Francisco de Asís a sus hermanos: “evangelicen y, si es necesario, háganlo con palabras”.

Comisión Arquidiocesana de Catequesis

Una catequesis desarraigada de la vida de las personas carece de valor evangélico. San Francisco de Asís declaraba: “feliz quien ame al otro, tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él”.

También la escritura nos dice: «Nosotros sa-bemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte» (1 Jn 3,14).

Seamos parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas.

El Evangelio no está pensado para la per-sona en abstracto, sino para cada persona, real, concreta, histórica, arraigada en una situación particular y marcada por dinámicas psicológicas, sociales, culturales y religiosas.

Por un lado, la fe no es un proceso lineal, participa en el desarrollo de la per-sona, y esto, a su vez, influye en el camino de la fe. Por lo tanto, es razonable ofrecer caminos de catequesis que se diversifiquen en fun-ción de las diferentes necesidades, edad de los sujetos y estados de vida.

Asi pues, es esencial respetar los datos antropológico-evolutivos y teológico-pastorales, teniendo en cuenta las ciencias de la Educación. Hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos que carguen sobre sí el dolor de los fracasos, en vez de acentuar odios y resentimientos.

Como el viajero ocasional de nuestra historia, sólo falta el deseo gratuito, puro y simple de querer ser pueblo, de ser constantes e in-cansables en la labor de incluir, de integrar, de levantar al caído; aunque muchas veces nos veamos inmersos y condenados a repetir la lógica de los violentos, de los que sólo se ambicionan a sí mismos, difusores de la confusión y la mentira. Que otros sigan pen-sando en la política o en la economía para sus juegos de poder. Alimentemos lo bueno y pongámonos al servicio del bien.