Durante siete años consecutivos el Centro San Juan Pablo II realiza Viacrucis para conmemorar el Viernes Santo, participaron personas en situación de calle y trabajadoras sexuales.
Marianne Colmenárez
“Mientras exista una persona en su realidad de cruz, Cristo continúa sufriendo y necesita de la ayuda de cada uno de nosotros”, afirmó Monseñor José Domingo Ulloa, Arzobispo de Panamá; mientras liderizaba el viacrucis organizado por el Centro de Orientación y Atención Integral San Juan Pablo II.
Para Monseñor Ulloa lo más importante de la experiencia vivida, es que todas las reflexiones que se escucharon en cada una de las estaciones, fueron manifestaciones de las mismas personas en situación de calle. “Han interpretado el dolor de Cristo desde su propia realidad” dijo.
“Debemos recordar la Pasión del Señor no como algo que paso en la historia sino, como ese hecho que se sigue actualizando en estos hermanos” reiteró el Arzobispo.
Ariel López, director de la obra explica que por primera vez ofrecieron el viacrucis para pedir por todos los países que se encuentran en situación de guerra. “A diario vemos noticias de tantos conflictos que afectan el mundo, era necesario pedir en oración por la paz de Ucrania, Siria, Venezuela, Haití, Nicaragua y Cuba” aseguró.
El recorrido inició en el Parque Porras, pasaron por la Basílica Menor Don Bosco y luego continuaron caminando por la calle 32 de Calidonia, donde se ubica la sede principal de esta obra de misericordia de la Arquidiócesis de Panamá.
Un canto para Dios
Mientras caminaban de estación a estación del viacrucis, los participantes cantaban temas apropiados del momento.
En la última estación, Víctor Warren, adulto mayor beneficiario del albergue, toma el micrófono para cantar el tema “Cuan grande es El”. Un momento que emocionó a muchos de los asistentes, entre estos colaboradores, voluntarios y hasta algunos migrantes que también reciben ayuda de la obra.
“Yo vivía en la calle, dormía por el Hospital Santo Tomás. Desde hace dos años el Centro San Juan Pablo II me recogió. Allí me siento cómodo, me cuidan, me dan comida y hasta me llevan al médico” manifestó.
Víctor de 78 años de edad, recuerda entre risas que desde niño cantaba en la televisión y que no tuvo que ensayar para este momento. “Mi abuela me llevaba a cantar en el Canal 2, canciones de Daniel Santos” comentó.
Postrado desde su silla de ruedas comparte que lo único que le hace falta es que personas le visiten y compartan con él. “Mis padres murieron, nunca me casé, solo buscaba mujeres ajenas y ninguna me dijo que había tenido un hijo mío, debí tener al menos uno” aclaró con mirada nostálgica.