Hoy en día son muy pocas las familias que buscan un espacio para sentarse a la mesa y compartir juntos en medio de la jornada diaria.
Por Martha Tiffer
Últimamente, la costumbre de sentarse a la mesa, en horas del desayuno, el almuerzo o la cena está disminuyendo, en otros casos se está perdiendo. Llevar un estilo de vida acelerado y otras distracciones provocan que se pierda ese contacto y calor familiar muy necesario para mantener unido al núcleo principal de la sociedad: la familia.
Principales causas
La falta de tiempo, el estrés diario, los dispositivos móviles y las redes sociales entre otras muchas distracciones pueden ser algunas de las causas de que no haya un momento tan sagrado y especial para compartir en familia como la hora de comer, asegura Kellineth Chin del Departamento de Pastoral Familiar del Arzobispado de Panamá.
Kellineth afirma que es el momento perfecto y propicio para bendecir los alimentos, a la familia que permanece unida, dar gracias a Dios, a pesar de las dificultades, también para conversar y compartir la jornada del día de cada uno.
Comer en familia vs otros intereses
Denia de Gómez, miembro de el grupo de Pastoral Familiar de la Parroquia San Francisco de Paula, asegura que hoy en día hay otras prioridades o intereses en la mente de los miembros de las familias. Ahora comer todos juntos como familia ha sido reemplazado por otras cosas. Comer frente al televisor, estar pendiente del celular, salir con amigos y los juegos de video han acentuado que se pierda la esencia y el valor de ese momento tan sagrado como comer con todos los miembros de la familia.
Responsabilidad de los padres

Teniendo los padres la gran responsabilidad, en cuanto a la transmisión de valores y enseñanzas religiosas, en algunas ocasiones no cumplen con este papel, por estar encerrados y centrados en sus trabajos ejerciendo el papel de proveedores de todo lo material para sus hijos o en otro caso satisfaciendo sus propias necesidades individuales, tanto que olvidan que un individuo integral será exitoso en su vida cuando es formado en lo profesional y espiritual.
Otros factores que también influyen
Gómez y Chin coincidieron en que factores como las distracciones, los conflictos familiares y la comunicación violenta son factores que pueden influir negativamente en los padres para no enseñarles a los hijos el amor a Dios y el estar agradecidos por todas sus bendiciones.
Más que una costumbre, es un estilo de vida
Comer en familia es más que una costumbre, es un estilo de vida. Según Denia y Kellineth por allí empieza el verdadero amor por Dios y por el prójimo. Esta es una forma de dejarlo entrar en sus vidas y corazones, lo que al final les llena de amor, paz y es capaz de transformar la vida familiar, porque “La familia que come unida permanece unida”.