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La paciencia es una de las claves principales del buen maestro

La paciencia es una de las claves principales del buen maestro

Aplicado al aula de clase, la paciencia es una de las claves principales del buen maestro. Muchos podrán saber una materia, pocos la pueden enseñar para que otros aprendan.

Montgomery A. Johnson Mirones, ocds

“La paciencia todo lo alcanza”, dijo Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia y fundadora de la Orden de Carmelitas Descalzo.

La paciencia es una virtud que podemos entender y vivir en doble sentido: saber esperar, y saber soportar. Tanto niños como adultos pueden experimentar ambas acepciones espirituales de esta virtud.

Una profesora de matemáticas, de feliz memoria, de esas que inspiraran ser maestro, no por su materia sino por su pedagogía, repetía frecuentemente que oraba todos los días para tener la paciencia de Job. Yo le pregunté quién era Job, y me relató la historia bíblica de este gran personaje que personifica esta virtud. Dios siempre la escuchó, porque por difícil que era entender sus ecuaciones, siempre encontró la forma que yo pudiera aprenderlas.

Hechos y acciones
  • Nuestras generaciones del siglo XXI viven la inmediatez. Viven la vida al estilo Netflix en donde todo está al alcance del usuario.
  • Los padres de familia tienen que enseñar a esperar con serenidad, no todo es inmediato, saber decir no, todavía y a tiempo.
  • La escuela, como siempre es el laboratorio de vida. Oremos por alcanzar y practicar esta virtud que nos dará equilibrio y justicia.

La paciencia es la capacidad soportar adversidades, problemas, sobrellevar los obstáculos, los altos y desvíos obligados en el camino que uno se ha querido trazar. Pero más importante aún, es también la esperanza que esos contratiempos y reveses son temporales y vendrán tiempos mejores.

Nos relata el libro de Job de cómo Dios le dio, así le quitó todo lo que tenía, y de la forma más dolorosa: sus bienes, la vida de su familia y su salud física. Pero Job nunca fue contra Dios, Job se mantuvo fiel a la voluntad del Señor y la aceptó con gracia. Hoy en día, hay personas que soportan duras pruebas: dolores físicos y emocionales, problemas familiares, de salud o trabajo. Aun así, no dejan de sonreír y dar gracias a Dios todos los días. Son gran testimonio de fidelidad a la voluntad del Señor.

PACIENCIA. Los padres y madres de familia están llamado a acompañar a sus hijos, con dulzura y buena espera.

Aplicado al aula de clase, la paciencia es una de las claves principales del buen maestro. Muchos podrán saber una materia, unos pocos la pueden enseñar para que otros aprendan, y más difícil, es el maestro paciente que no se exaspera, sabe conducirse con profesionalismo y como adulto ante las dificultades propias del manejo de aula, y ante problemas de índole administrativo o con padres de familia; sin perder la dulzura y compostura de su carácter.

La paciencia, en este sentido, no ha de entenderse como una falta de autoridad sino por el contrario, la autoridad la tiene no el que más grita o castiga, sino el que más respeto se gana, del prójimo y de sus subalternos. Los hechos y acciones pueden más que las palabras. El que impone autoritarismo es quien carece de paciencia, ese no manda por respeto, sino por miedo. El respeto se gana con acciones justas, coherentes, demostrando ser modelo de lo que pide, y ejemplo de organización.

Si usted no está dispuesto a soportar un día con 300 niños o adolescentes, cada uno con sus necesidades y realidades, más el trabajo administrativo, no se meta a la docencia. Es de valientes y de verdaderos seres con vocación y paciencia los que pueden lograrlo.

La autoridad la tiene no el que más grita o castiga, sino el que más respeto se gana.

Por otra parte, nuestras generaciones del siglo XXI viven la inmediatez, el aquí y ahora, para ya mismo. Viven la vida al estilo Netflix, en donde todo está al alcance del usuario. Pero en la vida real no puedo adelantar lo que no le gusta, retroceder lo que le gusta y poner en pausa según convenga mi horario. Ellos escogen qué, cuándo, dónde y cómo ver.  En la vida real hay que saber esperar. Esperar por un turno, esperar por una respuesta, esperar en una fila.  Cuando estamos muy acostumbrados al “ya mismo”, cuando nos toca esperar es que ponemos a prueba nuestra paciencia en el sentido temporal si se nos enseñó desde la familia.

La escuela, como siempre es el laboratorio de vida. El que no sabe ejercer la paciencia enseñando con serenidad, o esperando su turno de participación respectivo podrán ser aquellos que, puesto en la práctica de nuestra realidad vial, serán aquellos que pueden sufrir de ira al volante, y los que se cuelan y bloquean intersecciones. Los padres tienen que enseñar a esperar con serenidad, no todo es inmediato, saber decir ¡no!… ¡todavía!

Así como Cristo, que soportó insultos, vejámenes y hasta la muerte en cruz; y que espera que nos convirtamos. Oremos por alcanzar y practicar esta virtud que nos dará equilibrio y justicia.