La Pastoral Penitenciaria

En este mes de septiembre, en el marco de la festividad de la Virgen de La Merced, nuestra atención se vuelca a las cárceles, donde muchos hermanos y hermanas están sufriendo por una condena, o incluso sin ella, esperando lograr pronto su libertad.
Ante esta situación es bueno que reflexionemos sobre la importancia de la pastoral de la Iglesia Católica en las cárceles. En primer lugar tenemos que cumplir con la invitación del Señor a descubrirle presente en el rostro del que sufre, especialmente Él se identifica con el privado de libertad donde nos dice: “estuve en la cárcel y me visitaste” (Mt 25, 36). De igual manera la revelación de Dios nos enseña que todo ser humano por el hecho de ser la obra perfecta de la creación y por ser objeto de la salvación tiene una dignidad que todos tenemos que respetar y valorar.
La dignidad del ser humano muchas veces es ultrajada y como consecuencia es objeto de injusticia, de allí que no todos los que están en las cárceles son delincuentes, hay muchos que fruto de la mezquindad, de la mentira, de la calumnia llegan a este lugar de sufrimiento y dolor.
Todo hombre puede alcanzar la salvación que ofrece Jesucristo, es por esto que la pastoral carcelaria, no va a hacer proselitismo religioso a las cárceles, sino que queremos llevar esperanza, y la fuerza del amor a estos hermanos que sufren por la ausencia de libertad.
Son muchos los que en este mes de septiembre con motivo de las festividades de la Virgen de La Merced, se acuerdan de ofrecer a estos hombres y mujeres que están en las diversos centros penitenciarios útiles de aseo, libros o cualquier otro objeto con el que se cree que se cumple con los presidiarios, pero tenemos que tener presente que no solamente una vez al año tenemos que acordarnos de estos humanos privados de libertad. Tenemos que sentir que los que están en las cárceles son hermanos nuestros que necesitan no de nuestra compasión y lástima sino de nuestro tiempo y dedicación.
Como miembros de la Iglesia Católica, nuestra misión es anunciar la Buena Nueva a los hombres y mujeres vinculados al mundo penitenciario, a través de programas de atención integral que incentiven su crecimiento en la fe y provoquen cambios de actitud. Con vocación de servicio, asumimos el compromiso de promover procesos de sensibilización frente a la realidad penitenciaria de Panamá. Es por esto que queremos invitar a que muchos se agreguen a este grupo de hermanos y hermanas que han sentido como un compromiso personal el trabajo en las cárceles.
El acompañar a estos hermanos que sufren, independiente de su culpabilidad o no, para nosotros es importante poder ver en ello el rostro del Cristo que sufre y poder compartir la alegría de nuestra fe. La fe cristiana tiene que ser transmitida con alegría y quien descubre a Jesucristo tiene el deber de compartirlo con aquel que no lo ha conocido, y esto no es solamente una doctrina o un conocimiento intelectual, sino que tiene que ser una vivencia profunda del amor cristiano.
Muchas veces podemos olvidarnos de las víctimas: hay hombres, mujeres, niños e incluso familias enteras que sufren como consecuencia de actos delictivos, sin embargo como cristianos hay que tener la disponibilidad del perdón, ya que solo perdonando se pueden sanar las heridas que se han causado en un momento dado.
La cárcel no es un lugar cómodo para nadie, es un lugar de sufrimiento. Tenemos que educar a los niños y jóvenes en los valores: el respeto, la responsabilidad y la honestidad, solo así podemos tener una sociedad sana y evitaríamos el grave problema que tenemos en las cárceles. El evangelio tiene que ayudarnos a construir una sociedad nueva donde reine la paz y el amor.
Que nuestra Señora de La Marced proteja a todos los que viven, trabajan y comprometen su tiempo en la pastoral carcelaria.

Mons. Audilio Aguilar Aguilar / Obispo de Santiago