Un líder no nace, se hace. Qué linda oportunidad la que Jesús le regala a cada pareja de matrimonio: unir esfuerzo con Él en medio, para escuchar, guiar, dar confianza, atraer, proteger, buscar la oveja perdida.
Alcanzar esto implica primeramente ser buenas ovejas e ir convirtiéndose en Pastor, al estilo del Buen Pastor, guiando a otras.
El líder a través de su entrega educa, edifica. Se mantiene tras el rebaño para que sus ovejas sean las que destaquen y brillen.
Todo líder debe formarse, prepararse para dar lo mejor. Jesús nos llama a ser líderes revestidos espiritualmente, a descubrir y poner en práctica los carismas que ha sembrado en nuestros corazones, que al unirlos con los demás podamos servir a su estilo.
Debemos evitar hacer del liderazgo una isla, un fortín, una imposición de nuestras ideas. Un lider no juzga, ni critica, delega funciones, está abierto a las ideas, procura el crecimiento de la iglesia y de nuestra fe.
Así como Jesús le responde a Nicodemo “Te aseguro que, si uno no nace de nuevo, no puede entrar en el Reino de Dios.” Jn 3,3. , cada líder tiene que morir al hombre viejo y nacer al perdón, a la misericordia, al amor, a la sencillez, a la humildad; ser la luz que los demás quieran seguir, porque ese sendero les trae paz, seguridad, confianza y deseos de seguir sirviendo pese a los compromisos de rigor.