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Los comportamientos controladores perjudican la relación en el matrimonio

Los comportamientos controladores perjudican la relación en el matrimonio

Los comportamientos controladores dañan la amistad matrimonial, el amor romántico y amor prometido.

Redacción

Muchos matrimonios y familias de hoy se ven afectados por problemas de control y confianza, pero gracias a los sacramentos y a la práctica de la virtud estas situaciones pueden superarse.

La peor debilidad de carácter en una persona que cae en la tendencia a controlar, y todos nosotros podemos caer en ocasiones, es tratar al esposo o a la esposa, que es un gran don de Dios, con falta de respeto.

La persona controladora se vuelca hacia sí misma y de tal forma que no puede ver la bondad de su esposo o esposa. La otra gran debilidad es dejarse llevar con rapidez y en exceso por la cólera.

Los esposos y familiares controladores son también irritables y suelen estar tristes porque, de hecho, no es posible controlar a nadie dado que tenemos una dignidad y un vigor como hijos de Dios.

Los comportamientos controladores dañan la amistad matrimonial, el amor romántico y amor prometido, tres áreas esenciales de la entrega matrimonial que Juan Pablo II describe en “Amor y Responsabilidad”.

La falta de respeto lleva al otro esposo a sentirse triste, enfadado, desconfiado e inseguro. A no ser que este conflicto se trate de modo adecuado y correcto, pueden desarrollarse graves conflictos.

El Catecismo de la Iglesia Católica se describe un factor espiritual importante que no debería pasarse por alto: “Todo hombre, tanto en su entorno como en su propio corazón, vive la experiencia del mal. Esta experiencia se hace sentir también en las relaciones entre el hombre y la mujer. En todo tiempo, la unión del hombre y la mujer vive amenazada por la discordia, el espíritu de dominio, la infidelidad, los celos y conflictos que pueden conducir hasta el odio y la ruptura” (No. 1606).

Es importante cambiar la naturaleza controladora

LA FE. Es un don que puede ser muy eficaz para afrontar esta grave debilidad de carácter.

El necesario cambio puede tener lugar por un compromiso para crecer en confianza en Dios y en la propia esposa o esposo, por un proceso de perdón hacia quienes, en la infancia, dañaron la confianza, por una decisión para parar los repetidos comportamientos controladores de un padre, por la meditación regular sobre el hecho de que Dios lleva el control, y por el crecimiento en numerosas virtudes entre las que se incluyen el respeto, la fe, la amabilidad, la humildad, la magnanimidad y el amor.

Hemos visto notables mejoras en la lucha contra esta dañina debilidad de carácter a través de la gracia en el sacramento de la reconciliación.

Las esposas controladoras se pueden beneficiar de profundizar en su relación con la Virgen, adquiriendo sus virtudes. A los maridos controladores les beneficiará el meditar sobre san José y pedirle que les ayude en el matrimonio.