Los ojos puestos en Dios, no en los malos tiempos

Los ojos puestos en Dios,  no en los malos tiempos

Es muy fácil caer en pánico en las circunstancias actuales que vive el mundo. Un virus silencioso que amenaza y ataca al menos descuido; algunos sin empleo y sin posiblidades de conseguir el sustento; un sistema médico endeble…

Sí, son muchos los factores que pueden infundir miedo. Pero como cristianos esta semana se nos invita a que trabajemos en la oración para obtener la fe necesaria que nos propicie combatir el pánico, y dar testimonio de confianza, testimonio de que estamos convencidos que la barca no está en peligro de hundirse.

Con facilidad los cristianos caemos en la duda. Cuando nos fijamos más en los factores perturbadores que nos rodean, en los defectos de quienes deben ser ejemplo, en la falta de oportunidades de las mayorías.

Cuando nos fijamos más en esos elementos oscuros, y no en la luz de nuestro Señor, caemos, nos desanimamos, nos encerramos en nosotros mismos y, en el peor de los casos, abandonamos la comunidad.

Confiemos. Trabajemos en la confianza. La oración, el trabajo constante, el ejercicio de la caridad y la solidaridad irán sembrando en el alma de cada cual la semilla de la confianza. 

Esa es la única forma de ganar músculo, ganar alma, esa que nos permite enfrentarnos sin temos a los «vientos contrarios», a las fuerzas adversas que se oponen a la misión de la comunidad.

Entendamos que solamente la fe serena en el Señor nos da fuerzas para no hundirnos en nuestros temores e inseguridades. Si esta semana logramos calmarnos, seremos fuente de serenidad para quienes nos rodean.

¡Ánimo!