Memoria agradecida al Educador Católico

Memoria agradecida al Educador Católico

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En el Evangelio de hoy encontramos la conocida escena del «joven rico». Un joven que está en búsqueda, de lo que toda persona humana anhela: vida y felicidad, así inició el Arzobispo de Panamá la homilía de hoy, en la que además hizo memoria agradecida del educador católico.

Al meditar sobre este Evangelio, el Arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa Mendieta, relató que este muchacho le pregunta a Jesús que debe hacer para obtener esa vida en plenitud, la vida eterna, y Jesús se complace de la búsqueda honrada y sincera de este joven y lo guía gradualmente. 

“Jesús le indica al joven el camino a seguir, comenzando: el cumplimiento de los mandamientos como expresión de la voluntad de Dios”, recordó el Arzobispo. Pero, también sucedió que el muchacho no se contenta con lo que le parece obvio, piensa que «todo eso lo he cumplido. 

Y es que busca algo más, algo que vaya más allá de lo que ya es conocido y practicado, es por eso que ahora Jesús le hace una propuesta novedosa: «si quieres ser perfecto, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y sígueme». “A pesar de ser un joven bien intencionado no fue capaz de dar ese salto de calidad que le pidió Jesús, al final «se fue triste», indició Monseñor Ulloa. 

Aprovechó para aclarar que, la realización plena de nuestra vida no está en tener muchos bienes materiales o una seguridad económica, sino en tener nuestro corazón libre de apegos. Y seguidamente hizo la pregunta: ¿Cuáles son mis tesoros? ¿Dónde tengo puesto el corazón? y seguidamente responder ¡El Señor no se cansa de invitarnos a seguirle!

El Arzobispo dijo, ante representantes de los colegios católicos, y dirigiendo en un mensaje al educador católico, que la labor educativa es uno de las misiones y vocaciones más importantes y fundamentales que pueden llevarse a cabo, porque ser educador en el pleno sentido de la palabra es formar persona, crear individuos. 

Afirmó que, en nuestras manos, aparte de los familiares, está el sentar las bases de la personalidad de cada uno, ayudarlo a avanzar y progresar y ofrecerle posibilidades que lo conviertan en un humano autónomo y libre, capaz de construir su futuro, puesto que educar no es solo transmitir información, va mucho más allá: se refiere a fomentar valores, a guiar el proceso de búsqueda de motivaciones, a intervenir ante dificultades de sus niños.

Advirtió que es una tarea que exige un alto grado de compromiso y vocación, aunque muchos docentes que ejercen hoy día carecen de ello y se dedican a ser profesor por motivaciones más bien económicas, y probablemente esto ha sido lo que ha provocado que en la sociedad en general se haya extendido esa falsa creencia social de desprestigio del profesor.

“Celebrar la Jornada del Educador Católico es una oportunidad para tomar conciencia del rol del educador católico en la Iglesia y sociedad actual”, afirmó para seguidamente señalar que es una jornada que nos permite a todos reflexionar sobre cómo estamos ejerciendo nuestro rol de educadores en los ambientes donde nos encontramos, ya que de una forma u otra todos ejercemos a diario el rol de educador en nuestro ámbito familiar o laboral.

Asimismo, indicó que la Jornada del Educador Católico es una oportunidad para reconocer, valorar y agradecer la contribución de las instituciones educativas católicas a la Iglesia y a la educación en el mundo y particularmente en nuestro país, es un espacio para seguir construyendo y fortaleciendo nuestra identidad en clave pastoral, en nuestras instituciones educativas. 

Dijo además que a las escuelas católicas les toca un papel importante a la hora de recrear el rostro de una Iglesia que acoge a todos, y no hay que privarse, como escuela católica, del regalo de disfrutar de un encuentro de gracia y ser testigos veraces de lo que creemos y amamos como educadores. 

“Hermanos educadores, no olvidemos que como comunidades educativas católicas estamos llamados a encarnar el amor de Cristo, que dignifica al hombre desde el centro de su ser”, e hizo un llamado a preocuparse a que siempre en las Instituciones educativas, la familia encuentre un lugar de acogida, hospitalidad, una mano abierta dispuesta a acompañar y guiar los diversos procesos que viven los niños y jóvenes en las etapas de su vida. 

A continuación, el texto completo de la Homilía de Monseñor Ulloa desde la Capilla del Seminario Mayor San José.

Homilía Jornada del Educador Católico

En el Evangelio de hoy, encontramos la conocida escena del «joven rico». Es un joven que está en búsqueda, de lo que toda persona humana anhela: vida y felicidad. Este muchacho le pregunta a Jesús que debe hacer para obtener esa vida en plenitud, la vida eterna, quiere traducir en acciones su anhelo más profundo. Jesús se complace de la búsqueda honrada y sincera de este joven y lo guía gradualmente. Con la contra pregunta: «¿Por qué me preguntas qué es bueno?», y la afirmación: «uno solo es Bueno» (v. 17), Jesús le señala que en realidad la búsqueda de la vida eterna es la búsqueda de alguien no de algo. Lo “bueno” no es un principio ético abstracto, es un rostro, el del Padre.

Solo después de esa premisa, Jesús le indica al joven el camino a seguir. Primero le recuerda el camino tradicional: el cumplimiento de los mandamientos como expresión de la voluntad de Dios. Pero el muchacho no se contenta con lo que le parece obvio, piensa que «todo eso lo he cumplido» (v.20).

Busca algo más, algo que vaya más allá de lo que ya es conocido y practicado. Ahora Jesús le hace una propuesta novedosa: «si quieres ser perfecto» (v. 21), dándole unas sugerencias concretas: «vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y sígueme». A pesar de ser un joven bien intencionado, no fue capaz de dar ese salto de calidad que le pidió Jesús, al final «se fue triste» (v. 22).

La realización plena de nuestra vida no está en tener muchos bienes materiales o una seguridad económica, sino en tener nuestro corazón libre de apegos. ¿Cuáles son mis tesoros? ¿Dónde tengo puesto el corazón? ¡El Señor no se cansa de invitarnos a seguirle!

Triste pero cierto. Son muchas las ocasiones en las que nos encontramos con personas que no valoran la profesión del docente, del educador, y la mira con indiferencia e incluso algo de desprecio, infravalorándola.

Hoy más que nunca considero que la labor educativa es uno de las misiones y vocaciones más importantes y fundamentales. que pueden llevarse a cabo, porque ser educador en el pleno sentido de la palabra es formar persona, crear individuos.

En nuestras manos, aparte de las de los familiares, está el sentar las bases de la personalidad de cada uno, ayudarlo a avanzar y progresar y ofrecerle posibilidades que lo conviertan en un humano autónomo y libre, capaz de construir su futuro, puesto que educar no es solo transmitir información, va mucho más allá: se refiere a fomentar valores, a guiar el proceso de búsqueda de motivaciones, a intervenir ante dificultades de sus niños.

Por ello, es una tarea que exige un alto grado de compromiso y vocación, aunque muchos docentes que ejercen hoy día carecen de ello y se dedican a ser profesor por motivaciones más bien económicas, y probablemente esto ha sido lo que ha provocado que en la sociedad en general se haya extendido esa falsa creencia social de desprestigio del profesor.

Toma de conciencia y construcción de la identidad de la escuela católica

 Celebrar la Jornada del Educador Católico es una oportunidad para tomar conciencia del rol del educador católico en la Iglesia y sociedad actual.

Es una jornada que nos permite a todos reflexionar sobre cómo estamos ejerciendo nuestro rol de educadores en los ambientes donde nos encontramos, ya que de una forma u otra todos ejercemos a diario el rol de educador en nuestro ámbito familiar o laboral. -Sin lugar a dudas -el docente por vocación y profesión encarna, de manera particularmente significativa este rol.  Esta jornada del Educador Católico no pretende ser una celebración equivalente al Día del Maestro, ni tampoco ser excluyente, el adjetivo calificativo “católico”, es inclusivo porque la Iglesia como Madre y Maestra nos acoge a todos.

La Jornada del Educador Católico es una oportunidad para reconocer, valorar y agradecer la contribución de las instituciones educativas católicas a la Iglesia y a la educación en el mundo y particularmente en nuestro país, es un espacio para seguir construyendo y fortaleciendo nuestra identidad en clave pastoral en nuestras instituciones educativas. Es un momento pedagógico-pastoral importante que ha tenido la educación católica a lo largo de los años, en que a través de diversas formas se resalta esta celebración que coincide con el natalicio de un Santo muy apreciado por todos nosotros, como lo es San Juan Bosco, un santo que amaba y ejercía su vocación de educador con pasión convirtiéndose para nosotros en ejemplo a seguir en esta vocación, es también una oportunidad de reflexión sobre nuestra identidad pastoral y misión educadora en la Iglesia y la sociedad. Es un día para pensarnos como un cuerpo pastoral educativo, donde se vive y se convive animados por la Fe y la Esperanza que nos anima como hijos y hermanos que caminamos hacia la Eternidad.

En este tiempo estamos invitados a tejer una cultura de comunión, es tiempo de expresar el modelo de la Iglesia comunión, participación y compromiso entre todos. Los individualismos institucionales desdibujan aquello que anhelamos ser como Iglesia. A las escuelas católicas nos toca un papel importante a la hora de recrear el rostro de una Iglesia que acoge a todos. En tiempos socialmente difíciles -para la educación- es preciso no ser vulnerables. No hay que privarse, como escuela católica, del regalo de disfrutar de un encuentro de gracia y ser testigos veraces de lo que creemos y amamos como educadores.

“Sólo cambiando la educación se puede cambiar el mundo”, aseguró el Santo Padre, para lograr esto el Papa nos da algunas sugerencias:

En primer lugar, ‘hacer red’. El Papa Francisco nos dice que hacer red significa:

Reunir las instituciones escolares y universitarias para potenciar la iniciativa educativa y de investigación, enriqueciendo las fortalezas de cada uno para ser más eficaces a nivel intelectual y cultural”.

Poner en común los saberes, las ciencias y las disciplinas para afrontar los desafíos complejos con la interdisciplina y la transdisciplina”.

Crear lugares de encuentro y de diálogo en el interior de las instituciones educativas y promoverlas a los de fuera, con ciudadanos provenientes de otras culturas, de otras tradiciones, de religiones diferentes, para que el humanismo cristiano contemple la condición universal de la humanidad de hoy”.

Hacer de la escuela una comunidad educadora, en la cual los docentes y los estudiantes no estén vinculados únicamente por el plano didáctico, sino también por un programa de vida y de experiencia capaz de educar a la reciprocidad entre generaciones diferentes”.

Desde esta perspectiva, el Papa Francisco también nos dice que la educación católica está llamada “a no dejarse robar la esperanza”, actitud fundamental en nuestra relación con Dios, que nos pone en camino con los pies en la tierra, pero sin perder el rumbo hacia el cielo.

Estamos llamados a no perder la esperanza sino a “Globalizar la esperanza” y “sostener las esperanzas de la globalización”,  compromisos fundamentales de la misión de la educación católica, una invitación que entraña un modo distinto de mirar la realidad, un modo cristiano, es decir un modo esperanzado, teniendo una mirada optimista ante los cambios y retos que la sociedad nos presenta, dispuestos a afrontarlos con creatividad, fe y esperanza, preguntándonos hacia dónde queremos ir como Instituciones Educativas Católicas.

El Papa Francisco también nos detalla tres criterios esenciales para que nuestros proyectos educativos sean eficaces: identidad, calidad y bien común.

“La identidad exige coherencia y continuidad con la misión de las escuelas, de la universidad y de los centros de investigación nacidos, promovidos y acompañados por la Iglesia y abiertos a todos. Dichos valores son fundamentales para insertarse en el camino trazado por la civilización cristiana y la misión evangelizadora de la Iglesia”.

“La calidad es el faro seguro para iluminar toda iniciativa de estudio, de investigación y de educación”.

 “No puede faltar el objetivo del bien común. El bien común es de difícil definición en nuestras sociedades marcadas por la convivencia de ciudadanos, grupos y pueblos de culturas, tradiciones y creencias diferentes. Es necesario ampliar los horizontes del bien común, educar a todos en la pertenencia a la familia humana”.

Hermanos educadores, no olvidemos que como comunidades educativas católicas estamos llamados a encarnar el amor de Cristo, que dignifica al hombre desde el centro de su ser, preocupémonos que siempre en nuestras Instituciones educativas la familia encuentre un lugar de acogida, hospitalidad, una mano abierta dispuesta a acompañar y guiar los diversos procesos que viven los niños y jóvenes en las etapas de su vida.

La imagen del Buen Pastor es un modelo de la identidad del docente y directivo católico, retomemos hoy esta imagen y procuremos que ninguno de los que nos han sido confiados se desvíen del camino que lleva a la Vida y que, a través de nuestro testimonio, los estudiantes y sus familias amen cada día más a Jesucristo.

Los animo a no sucumbir en las tentaciones, manténganse de pie superando los retos presentes, tengan Pasión por la Vida, la Verdad y el Bien.

Culmino retomando las palabras del Apóstol San Pablo: “En fin mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que hagan de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos. Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, … y el Dios de la Paz, estará con ustedes”. (Flp. 4,8-9).

Les reitero mi gratitud y felicitación en este día.

 PANAMÁ, acatemos las normas que nuestras autoridades han implementado. Por ti, por los tuyos, por Panamá -Quédate en casa.

† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.

ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ