Del 14 al 17 de septiembre, los obispos estuvieron reunidos en Asamblea Plenaria Ordinaria, en sesiones en las que recibieron a personalidades del ámbito eclesial y nacional, para evaluar y reflexionar sobre la realidad del país.
Así, los obispos conocedores de ambas realidades emitieron un pronunciamiento dirigido a la población panameña, en el que reconocen los graves efectos de la pandemia de COVID-19, en su salud, en su economía, en sus relaciones humanas y comerciales y en su vida de fe.
Los obispos ponen en evidencia las “dimensiones” de un problema que no toma vacaciones y ataca de manera permanente a nuestra sociedad: la corrupción, unida a la falta de credibilidad y la ética en todas las esferas de la vida.
En el comunicado dejan claro su preocupación por la educación y el sistema de salud. De los índices de violencia y criminalidad, y las continuas exigencias de mejores condiciones de vida: agua, vivienda, salud, educación, empleo digno y estable.
Ojalá el pronunciamiento de los obispos sea leído concienzudamente, y encuentre eco en la realidad de la vida personal y comunitaria, de manera particular en las esferas de mando del gobierno y el mundo empresarial.
Si es recibido con actitud crítica, llevará a cambios profundos que nos conducirán a todos a comprometernos seriamente en un proyecto común de nación, que de paso a revisar y transformar las profundas brechas en la sociedad panameña, de eliminar las desigualdades, de reparar las injusticias y de poner en marcha iniciativas para que todos puedan acceder a los bienes básicos para una vida digna.
Y como piden los obispos en su comunicado, que Santa María La Antigua, nuestra buena Madre, Patrona de Panamá, siga intercediendo por nosotros y que su mirada llena de ternura nos sostenga en estos tiempos de prueba.