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Misas Gregorianas: un acto de amor y fe por los difuntos

Misas Gregorianas: un acto de amor y fe por los difuntos

En la Basílica Menor Don Bosco, durante el mes de noviembre, los fieles tienen la oportunidad de encomendar el alma de sus seres queridos por 30 días consecutivos de oración en la Santa Eucaristía.

 

Por Marianne Colmenárez

En la Basílica Menor Don Bosco, durante el mes de noviembre, se celebran las tradicionales Misas Gregorianas en memoria a los hermanos difuntos. Esta eucaristía, que tiene lugar a las 7:00 a.m. durante los 30 días del mes, es una oportunidad para que los fieles encomienden las almas de sus seres queridos a la misericordia de Dios.

El sacerdote salesiano Carlos Vilanova, actual párroco de la Basílica, explicó que las Misas Gregorianas son una antigua tradición católica que consiste en la celebración de 30 misas consecutivas por el alma de un difunto.

 

“No es un gesto mágico ni un pacto raro. Es un gesto de amor. Oramos por los seres queridos para agradecerles lo que somos gracias a ellos, confiando en la infinita misericordia de Dios”, señaló.

 

El P. Carlos Vilanova resalta la importancia de estas celebraciones.

 

Esta tradición se celebra en la Basílica desde la década de los 60, cuando el primer párroco, el padre Marino Morlín, introdujo la práctica en la comunidad. Aunque las Misas Gregorianas pueden celebrarse en cualquier mes, noviembre, al ser el mes dedicado a los difuntos, se ha mantenido como el mes elegido para su realización.

Agregó que no es obligatorio que quien coloca la intención asista a todas las misas, aunque sería lo ideal. “Sabemos que hay personas que no pueden asistir todos los días por trabajo u otras circunstancias, pero pueden unirse espiritualmente orando en familia. Orar por los difuntos es una obra de misericordia”, subrayó.

El padre Manuel Gómez, vicario parroquial de la Basílica, destacó que el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia establece que las Misas Gregorianas deben realizarse durante 30 días consecutivos por la misma alma. “La secuencia no debe ser interrumpida, salvo por razones justificadas como el Triduo Pascual”.

Aclaró que no se pierden los frutos espirituales, pero se debe completar el ciclo lo antes posible. 

Según el Catecismo de la Iglesia Católica, el fundamento teológico de las Misas Gregorianas reside en la doctrina de la Comunión de los Santos, que afirma la unión espiritual entre los fieles en la tierra, las almas del purgatorio y los santos en el cielo.

Esta comunión permite que los vivos puedan ofrecer oraciones y sacrificios, como la Santa Misa, en beneficio de los difuntos. “Por esta razón, ofrecer Misas Gregorianas es un acto de intercesión que expresa la confianza en la misericordia divina y la eficacia de la redención obrada por Cristo”, expresó el padre Manuel.

 

Origen de la tradición

El origen de esta tradición se remonta al siglo VI, durante el pontificado de San Gregorio Magno. En sus Diálogos, San Gregorio relata la historia del monje Justus, quien, tras fallecer con dinero en su poder, contraviniendo su voto de pobreza, recibió treinta celebraciones consecutivas ordenadas por el Papa para su eterno descanso. Al finalizar, Justus se apareció a su hermano, anunciando su liberación del purgatorio. Este hecho dio origen a la práctica de interceder por los difuntos, que se mantiene hasta hoy.

 

Envío de intenciones

Basílica Don Bosco, ubicada en Calidonia.

Hasta el 31 de octubre, los fieles pueden entregar las listas con los nombres de sus seres queridos fallecidos en la secretaría parroquial, donde serán organizadas y colocadas en el altar dentro de un sobre.

Además, desde las redes sociales de la Basílica Menor Don Bosco, es posible enviar los nombres a través de un código QR. Se invita a hacer una donación voluntaria, guiada por lo que dicte el corazón.