Necesitamos una nueva evangelización

Necesitamos una nueva evangelización

A pesar de que el Evangelio es el mismo ayer, hoy y por siempre, las situaciones y cambios socio-culturales actuales requieren adaptar los métodos para llevar la buena noticia del Reino a todos los bautizados. Primeramente, debemos relegar el sentido moralista y severo de un Dios castigador, para presentar a un Cristo lleno de amor y misericordia, dispuesto a perdonar a todo el que desee renovarse, dejar al hombre viejo, dejando claro que Dios ama al pecador y no quiere su muerte sino que se convierta y que viva.

En segundo lugar, hay que hacer más énfasis en el diálogo y en el encuentro con todos, sin excluir a nadie, buscando contagiar a los alejados en la fe, a los que no se creen dignos de participar en la Iglesia, incorporando especialmente a los pobres y oprimidos por las injusticias sociales, así como a los jóvenes, que son el futuro de la Iglesia, para que todos vivan esa experiencia del mensaje de salvación que nos trajo el redentor del mundo. Es indispensable el testimonio de vida para evangelizar en nuestros tiempos. La sociedad y el mundo contemporáneo lleno de tecnología, de modernidad, de globalización económica y de cambios vertiginosos, precisan de la novedad del Espíritu hablando por medio de verdaderos testigos, hombres y mujeres que hayan experimentado el amor de Dios, y que, como el discípulo amado, se hayan recostado en el pecho del maestro y que, gracias a esa experiencia, se hayan sentido motivados a anunciar con alegría la buena nueva de la salvación. 

Por último, es necesario salir de la comodidad de nuestro entorno para llevar el evangelio de la salvación a los lugares complicados o difíciles: comunidades distantes, albergues de refugiados, cárceles, hospitales, escuelas, sindicatos y muchos otros donde se sufre por no conocer a Dios.