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“No… la verdad es que yo no voy para ese lado”

“No… la verdad es que yo no voy para ese lado”

Frecuentemente, uno como joven, decimos esta expresión cuando nos preguntan si vamos a la vida consagrada.

Muchas veces está expresión va acompañada del miedo, de desprenderse a ser diferente, de dejar como dice el evangelio de Mateo 19:29: “dejar madre, padre, hermanos y amigos”. ¡Y ese impulso es tan natural! ¡es tan humano!, pero que no debe definir nuestra decisión… nuestra vocación, aquel que debe definirla somos nosotros, nuestro corazón aliado a la voz de Dios, por eso no debemos tener miedo, ¿por qué no? Proponerme esta forma de vida, tener en cuenta, que si esa es la voluntad de Dios y lo sigues; eso te hará pleno.

Así mismo para caminar en cualquier vocación es necesario que nos preparemos, vayamos conociendo y creciendo ¿Cómo? Acercándonos a la fuente de vida, dotar nuestra relación con Dios a través de la oración, nunca descuidándola. Muchas veces vamos a sentir que es insignificante o que “Dios no nos escucha”, nos inundará la duda. Pero tranquilo, confía y no pierdas la fe en que Dios está a tu lado y camina contigo.

La oración en el discernimiento a la vida consagrada. Es importante, es la base, es ese pilar que nos levanta y nos anima a seguir.

Y no desvanecernos al ver religiosos que caigan y sean tentados, ese debe ser nuestro motor para acércanos más a la oración… sin ella no hay vocación a la vida consagrada. No orar será para nosotros entrar por la ventana y como nos dice el Papa, una vocación que entre por la ventana nunca llegará a término. “No tengáis miedo seguir a cristo”.