No uses el nombre de Dios en vano

No uses el nombre de Dios en vano

Hay muchas formas de violar este mandamiento. Algunas de ellas son sutiles. De hecho, en el mundo actual tenemos una frase muy conocida: «Oh, my God!» (O su peor derivación: «Oh, my Gosh!») Y claro, en español también: «iJesús bendito!», o «iDios mío!». Cuando las usamos en un caso de verdadera importancia, o una situación difícil o peligrosa, con clamor genuino hacia Dios, es correcto utilizarlas, pero cuando lo hacemos sin conciencia alguna, lejos de toda reverencia, sólo como una expresión emocional (incluso a veces sarcástica), entonces estamos utilizando el nombre de Dios en vano.

Asimismo, cuando prometemos o intentamos convencer a alguien de nuestra veracidad diciendo: «Por Dios que sí!», o cuando mentimos utilizando el nombre de Dios, no hay duda ni justificación: estamos utilizando el nombre de Dios en vano.

Si vamos más lejos, existen grupos religiosos radicales que son capaces de atacar a otros seres humanos por pensar diferente, o por sus creencias, o inclusive pueden llegar a asesinar en nombre de Dios. El Dios de la Biblia es un Dios que no ordenaría matar a nadie.

Por supuesto, el usar el nombre de Dios para blasfemar contra Él o contra su Iglesia es la forma extrema de violar el segundo mandamiento. Tanto en la doctrina cristiana como en la religión judía, el nombre de Dios se considera por de­más sagrado, de tal manera que usarlo a la ligera constituye un gran pecado. Tanto cuando se usa el nombre de Dios, como cuando se usa el nombre de Cristo o del Espíritu Santo, la violación es igual de grave, dado que los tres son uno.

Los mandamientos de Dios son una expresión del amor de Dios por nosotros, y obedecerlos es la mayor expresión de nuestro amor por Él.