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Nuncio comparte con estudiantes y consagra altar

Nuncio comparte con estudiantes y consagra altar

Con gratitud y gozo, la parroquia San José de Almirante, abrió sus puertas para recibir la visita histórica y especial de su excelencia reverendísima Monseñor Miroslaw Adamczyk, Nuncio Apostólico en Panamá, junto al secretario de la Nunciatura, el padre Gilbert Tsogli.

El Colegio Parroquial San José les acogió con un acto de recibimiento que inició con una corte de estudiantes desde la entrada del instituto hasta el gimnasio. Con días de anticipación se prepararon para que monseñor Miroslaw compartiera con los estudiantes y ambos experimentaran un encuentro cercano y sencillo.

Entre cantos, aplausos, coloquios y detalles se desarrolló el acto de recibimiento. Un gesto significativo fue el compartir del Nuncio Apostólico con cada salón de clases, empezando por los jóvenes de duodécimo año y terminando con los niños de preescolar.

Un estudiante de secundaria expresó: “sentí que era Dios el que entraba, pasaba por nuestros lugares y conversaba con nosotros al ver a monseñor Miroslaw en mi salón de clases”.

Fue relevante la cercanía, la sencillez, la amabilidad con la que monseñor Miroslaw, se dirigió a cada estudiante y con el personal docente y administrativo del Colegio San José.

No sólo compartió con los es-tudiantes, también conversó con las religiosas que administran el instituto, las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, quienes manifestaron su agradecimiento y alegría por la presencia del Nuncio en la obra educativa y en la comunidad religiosa.

La visita fue especial porque por primera vez en la historia de toda la Prelatura, un Nuncio Apostólico visita el colegio San José y lo más importante: consagra el altar de la Iglesia parroquial, que fue el objetivo principal de la visita.

Para ello, fueron convocados los feligreses de la parroquia para celebrar la Santa Eucaristía por la consagración del altar. Los distintos grupos pastorales se prepararon para darle vida y color a la celebración, entre ellos la pastoral litúrgica y el coro, quienes con su servicio organizaron los detalles para la consagración.

La Liturgia y los ritos fascinaron los corazones de los feligreses hasta que se sentía en el ambiente una emoción fuerte, divina. El momento de la pro-cesión con las reliquias de San Ezequiel Moreoa y San Juan Pablo II, que fueron colocadas para siempre en el altar,  impactó pro-fundamente.

En la celebración,  fueron bendecidos los íconos de la Virgen,  Cacica un regalo de los obispos de Rumania para Almirante,  y Theotokos Santa María Madre de Dios que fue pintada en Rumania.