Obedecer en todo a nuestro padre Dios

Obediencia, palabra clave en la vida cristiana. Según las Sagradas Escrituras, todo se malogró en nuestra relación con Dios, precisamente por la falta de obediencia. Con el bautismo, se supone que le devolvemos a nuestra vida el orden, la luz, la obediencia. Esto requiere una gran dosis de la propia voluntad y, por supuesto, la Gracia divina.

Pero, ¿cómo sabremos que contamos con la Gracia? En una ocasión un expositor mariano lo explicó así: es como cuando la mamá sale a trabajar y los niños quedan en casa. Todo lo revuelven, rompen cosas, ensucian y dejan los enseres fuera de lugar. 

Cuando mamá vuelve a la casa regaña y pone a los niños a limpiar, a devolver todo a su sitio y a poner orden otra vez. ¡Eso es la Gracia! Dejar que Dios vuelva a la casa, que es nuestra vida interior, y ponga las cosas en orden, que limpie y restaure lo que está roto. Entonces es más fácil obedecer.

Permitamos esta semana que el Señor tome control de nuestras vidas y pidamos su Gracia para saber obedecer con sabiduría y un corazón agradecido. 

Muchos místicos aseguran que también en la Adoración logramos obtener esa Gracia que nos hace tanta falta y nos reconecta con Padre, Hijo y Espíritu Santo.

No es nada tan difícil. Él está siempre disponible para la intimidad en la capilla del Santísimo. Aprovechemos toda ocasión para estar a solas con él, en silencio, y dejémonos penetrar por su Presencia Divina. Es en esos momentos de amistad y cercanía que el Señor nos proveerá de su Luz.

¡Ánimo!