Orientemos nuestras vidas hacia el rostro del Niño Dios

Orientemos nuestras vidas hacia el rostro del Niño Dios

Desde hace algunas semanas hemos visto como se nos invita a encender las luces de la Navidad en los distintos mall de la ciudad. Pareciera que debemos apurarnos para quitar la Bandera Nacional antes de que finalice el mes de noviembre, y así saltamos aceleradamente a las fiestas navideñas, decorando nuestras casas.

En este tiempo es muy característico pensar: ¿Dónde vamos a celebrar la Noche Buena? ¿Con quién vamos a disfrutar estas fiestas? ¿Qué ropa vamos a estrenar? ¿Qué vamos a regalar? Pero todo este ajetreo no tiene sentido si no consideramos al protagonista,  solo Cristo es el festejado a quien tenemos que agasajar.

Jesucristo desea que le obsequiemos nuestra propia vida; por lo que el Adviento nos sirve para preparar ese regalo que el mismo Dios quiere de todos sus hijos.

El sacerdote Javier Mañas, párroco de la Iglesia Nuestra Señora de la Merced afirma que mucha gente ya no celebra el Adviento, cada vez la Navidad la anticipan más. “Lo importante del tema es enfocarse en el tiempo litúrgico que se nos ofrece para prepararnos”, dijo.

“Si desde noviembre colocamos la decoración navideña, sin quererlo, nos hemos saltado el tiempo de preparación y expectativa, perdiendo la oportunidad una vez más de darle un sentido más pleno a la Navidad”, asegura el presbítero.

Debemos enfocarnos a vivir un tiempo que suele ser de 22 a 28 días para prepararnos espiritualmente durante los cuatro domingos más próximos a la festividad de la Natividad.

Los cristianos en este tiempo renuevan el deseo de recibir a Cristo por medio de la oración, el sacrificio, la generosidad y la caridad con los que nos rodean.

Con ilusión y fe vivamos estos signos

En familia, con la comunidad o con los compañeros de labores se reúnen en torno a la Corona de Adviento, que puede ser bendecida por el sacerdote  hoy,  primer domingo de este tiempo.

El padre Miguel Ángel Keller, Decano de la Facultad de Humanidades y Teología de la USMA, explica que la Corona de Adviento es el principal signo de esta época y sería mucho más profundo y vivencial si no se comprara lista, sino que la armaran en familia.

La misma corona encierra varios simbolismos, la forma circular, nos indica que el amor de Dios es eterno, no tiene final y que nuestra espera va avanzando cada domingo, también es señal del amor sin fin que debe existir entre nosotros sus hijos.

Keller agrega que el verdor de sus ramas nos habla de la esperanza que debemos tener en nuestras vidas a pesar de las dificultades. Esperanza que debe nacer en nuestros corazones por el nacimiento del Niño Jesús, que en su inmensa gloria y misericordia, nos perdonará nuestros pecados.

Las cuatro velas se ponen en la corona, cada uno de los cuatro domingos de Adviento se enciende una vela para conmemorar la cuenta atrás hacia la Navidad. En el cuarto domingo las cuatro velas permanecerán encendidas.

Se acompaña el momento con una oración o con la lectura de la Biblia. Mediante el encendido de las velas representa la llegada de luz que representa Nuestro Señor Jesucristo.

En Panamá como en otros países se tiene también como tradición realizar las Posadas, una costumbre que invita a los fieles a preparar con alegría y oración el corazón. Con cantos se recuerda los momentos  que pasaron José y María para llegar a Belén antes del nacimiento de Jesús.

Para el sacerdote Keller, “todos estos signos que se realizan en familia enriquecen la esperanza y el espíritu de fraternidad, de generosidad que surge de la alegría de que Jesús pronto estará entre nosotros”.

La unidad prevalece en estas reuniones, es importante que juntos vivamos esta época como un acontecimiento familiar. Pueden organizarse para preparar el nacimiento, con la participación de todos en especial de los niños. Los pequeños de la casa se encariñan con Jesús si los incluimos en la construcción del pesebre. 

Guías espirituales

Con las primeras vísperas de hoy, primer domingo de Adviento nos introducimos en ese largo período de tiempo que conocemos como Año litúrgico, una de las riquezas que la Iglesia nos ofrece como itinerario para vivir y participar activamente en el misterio de Salvación que se celebra la noche de Pascua.

El padre Alejandro Goulbourne, párroco de la Iglesia Nuestra Señora de Lourdes explica que cada domingo de este tiempo la Iglesia profundiza en un tema específico, donde se resalta tres figuras que encarnan de modo especial la espiritualidad del Adviento y se convierten en guías espirituales de nosotros los bautizados.

El primero de ellos es Isaías. Es el profeta de la esperanza. El segundo es Juan Bautista,  el profeta del Altísimo, que irá delante del Señor preparándole el camino. El tercero es la Virgen María, la mujer que gracias a su Sí valiente y lleno de amor se convirtió en madre del Salvador del mundo.