Las virtudes cristianas nos llevan por el camino que Jesús nos invitó a seguir, ellas son fuente de paz y tranquilidad interior, ellas nos muestran quién es Dios y cómo es Él. Cada uno de nosotros estamos llamados a encarnar y vivir el mayor número de virtudes; ellas crean equilibrio, serenidad, y nos llenan de paz y seguridad.
Nunca odies. ¿Quién vive con más paz interior, el que odia o el que es odiado? El que odia llena su vida de rencor y deseos de venganza.
Nunca envidies. ¿Quién vive mejor, el que envidia o el que es envidiado? El que envidia, no sacia su corazón y siempre quiere tener lo que los otros tienen, vive en continua angustia e insatisfacción.
Sé humilde. ¿A quién se le quiere más, al orgulloso o al humilde? El orgulloso, aleja de sí a las personas; sin embargo, el humilde es querido, apreciado y atrae a los demás.
Nunca mientas. ¿Quién vive más preocupado, el que miente o el veraz? El que miente, se va metiendo en un callejón sin salida, una mentira le lleva a otra, y siempre está con la inquietud de ser descubierto; el veraz, vive con la certeza que sigue los pasos de Jesús, y que en su momento, Dios le premiará.
Nunca te preocupes por lo que ya pasó. ¿Acaso puedes cambiar el pasado? Vive en el presente, aprende del pasado y saca tus lecciones para no cometer los mismos errores .
Ama a Dios con todo tu corazón. Deja que Él maneje tu vida. No te resistas a las inspiraciones y mensajes que te vaya mandando.
Ama a tu prójimo como a ti mismo. Verás que el prójimo te amará a ti. No hagas aquello que no quieres que te hagan, ama para que seas amado; da sin esperar recibir nada a cambio.