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El Pentecostés de los paganos

El Pentecostés de los paganos

(Hch 10, 1- 48)  La iniciativa parte siempre de Dios, y para poder comprender su propósito es indispensable estar atento a lo que ocurre en la historia y en la vida.

El episodio de la conversión y bautizo de Cornelio y la visión de Pedro tienen una gran relevancia para el cristianismo, porque a través de estos hechos Pedro comprende y reconoce que los paganos pueden incorporarse a la Iglesia sin someterse a las prescripciones de la Ley.

Es interesante que a pesar del mensaje de Jesús, que habla de amor, fraternidad, igualdad y perdón, los cristianos judaizantes, respetuosos de la Ley, se negaran a aceptar a los gentiles o paganos y convivir con ellos.

Esta es la puerta que abre Pedro, un judío de los más escrupulosos, a quien, a través de la acción del Espíritu Santo, Dios deja sentado con toda claridad que Jesús vino para todos los hombres, judíos y no judíos; porque Dios no hace acepción de ningún tipo.

Procediendo según el sentido de la visión, Pedro va a la casa de Cornelio, un centurión romano, de quien se dice era un prosélito o sea, un gentil convertido al judaísmo.  Les habla del anuncio de la Buena Nueva y que Jesús es el Señor de todos, predicó sobre el bautismo y de cómo Dios ungió a Jesús con el Espíritu Santo, de cómo pasó haciendo el bien y curando, de cómo le mataron colgándolo en la cruz y de cómo resucitó.

Y mientras habla, Pedro se ve interrumpido por el Espíritu Santo que desciende sobre los que están oyendo la Palabra.  Es el Pentecostés de los paganos.  Pedro reconoce que no puede negarle el Bautismo a los paganos que han recibido el Espíritu Santo.