“Pidamos al Espíritu Santo penetre todo nuestro ser y haga de nosotros un cristiano y cristiana nuevo”, Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta

“Pidamos al Espíritu Santo penetre todo nuestro ser y haga de nosotros un cristiano y cristiana nuevo”, Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta

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 El Arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa Mendieta, presidió la Eucaristía de este Viernes VII de Pascua, y siguiendo con la catequesis sobre los dones del Espíritu Santo, lo dedica hoy al Don de temor de Dios, pero antes felicitó a los graduandos del Colegio San Mary al recibir su diploma, y recordó al Papa Pablo VI.

 

Monseñor Ulloa envió un mensaje de estímulo a la promoción 2020 al alcanzar una meta importante en sus vidas, símbolo de años de lucha y esfuerzo, noches sin dormir, tareas complicadas, exámenes, retos, y sorpresas. 

 

Hoy la Iglesia celebra la festividad de San Pablo VI y el Arzobispo hizo memoria agradecida por el Papa que defendió la vida y la familia con su encíclica Humanae Vitae y que llevó a término el Concilio Vaticano II, convocado e inaugurado por su predecesor San Juan XXIII.

 

Sin embargo, otros episodios importantes de su pontificado son poco conocidos, como el hecho de haber sido apuñalado dos veces, un 27 de noviembre de 1970, en el Aeropuerto Internacional de Manila (Filipinas), por parte del pintor boliviano Benjamín Mendoza y Amor Flores, que sufría de problemas mentales. 

 

Además, fue el primer Papa en usar un avión, el primer en visitar los cinco continentes y Tierra Santa desde San Pedro; el último Papa en tener una ceremonia de coronación. También creó cardenales a dos futuros Papas: Karol Wojtyla en 1967 y a Joseph Ratzinger en 1977, quienes serían sus sucesores San Juan Pablo II y Benedicto XVI.

 

El Arzobispo de Panamá concluye hoy la serie de dones del Espíritu Santo con el Don del temor de Dios, que como dijo no significa tener miedo de Dios porque sabemos bien que Dios es Padre, y que nos ama y quiere nuestra salvación, y siempre perdona; por lo cual no hay motivo para tener miedo de Él. 

 

Explicó que el temor de Dios, en cambio, es el don del Espíritu que nos recuerda cuán pequeños somos ante Dios y su amor, y que nuestro bien está en abandonarnos con humildad, con respeto y confianza en sus manos. “Esto es el temor de Dios: el abandono en la bondad de nuestro Padre que nos quiere mucho”, agregó.

Dijo que cuando el Espíritu Santo entra en nuestro corazón, nos infunde consuelo y paz, y nos lleva a sentirnos tal como somos, es decir, pequeños, con esa actitud —tan recomendada por Jesús en el Evangelio— de quien pone todas sus preocupaciones y sus expectativas en Dios y se siente envuelto y sostenido por su calor y su protección, precisamente como un niño con su papá. 

“Esto hace el Espíritu Santo en nuestro corazón”, comentó convencido que nos hace sentir como niños en los brazos de nuestro papá, y por eso se comprende bien cómo el temor de Dios adquiere en nosotros la forma de la docilidad, del reconocimiento y de la alabanza, llenando nuestro corazón de esperanza. 

Pero, atención, porque el don de Dios, el don del temor de Dios es también una «alarma» ante la pertinacia en el pecado, advirtió Monseñor Ulloa. “Cuando una persona vive en el mal, cuando blasfema contra Dios, cuando explota a los demás, cuando los tiraniza, cuando vive sólo para el dinero, para la vanidad, o el poder, o el orgullo, entonces el santo temor de Dios nos pone en alerta: ¡atención!”, subrayó.

Pensemos en quienes viven de la trata de personas y del trabajo esclavo, en quienes fabrican armas para fomentar las guerras; en los mercaderes de muerte y producen mercancía de muerte. “Que el temor de Dios les haga comprender que un día todo acaba y que deberán rendir cuentas a Dios”, exclamó.

Al escuchar esta reflexión, del Arzobispo de Panamá, podemos encontrar la importancia del Espíritu Santo en nuestra vida y la vida de la Iglesia, que nos transforma y traslada a una nueva condición de vida a los fieles en que habita y tiene su morada.

 

A continuación, el texto completo de la Homilía de Monseñor Ulloa desde la capilla de su casa.

 

Homilía Viernes VII de Pascua

Don de temor de Dios

 

En la Arquidiócesis de Panamá “solo abrirán los templos que estén preparados” (…) “La gente debe entender la responsabilidad que tenemos como Iglesia con la salud de todos, porque nos importa la salud espiritual y mental, pero también la física”, aseguró el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa Mendieta, ante los sacerdotes responsables de las vicarías en la Iglesia Arquidiocesana.

Una vicaría es el territorio que aglutina un número plural de parroquias, y están bajo la coordinación de un sacerdote responsable a quien se le conoce como vicario. En la Arquidiócesis de Panamá hay 11 vicarías, organizadas desde San Carlos –en el límite occidental de la provincia de Panamá Oeste– hasta Chepo.

El Arzobispo subrayó a los vicarios que “no podemos ponerle una camisa de fuerza a la reapertura de templos, y al reabrir debemos estar iluminados por dos elementos: lo que nos pide el Ministerio de Salud, y lo que ha señalado la Conferencia Episcopal Panameña, por todo lo demás es válida la creatividad, sin andar por la libre”.

La reunión estuvo dirigida por Monseñor Ulloa Mendieta, quien contó con la colaboración del ingeniero Eric Guerrero y el diácono César Manzanares, ambos integrantes del comité de Salud e Higiene Covid-19 de la Arquidiócesis, y quienes han sido el enlace con el Ministerio de Salud.

Ser versátiles

Monseñor Ulloa animó a los vicarios para aprovechen y hagan cosas novedosas, liberados del clericalismo. “Volver a la nueva normalidad es volver a los elementos viejos que no nos han dejado ser buenos hijos e hijas de Dios. Lo que debemos hacer es volver a la esencialidad, es decir, quitarnos lo accesorio, y volver a los esencial de la fe. Si esto no es lo que nos deja la pandemia, no hemos aprendido nada”, destacó el arzobispo.

Insistió en que cada día hay que aprender, que no podemos hacer un trabajo pastoral aislado del resto, “aprender que hay que valorar el papel de los laicos, trabajar con los laicos, sobre todo en este te tema del coronavirus porque algunos de ellos son médicos y lo conoce mejor”.

Es hora de abandonar la frase “siempre se ha hecho así”, y adquirir nuevas costumbres, más frescas y que se nos acerquen más a la gente, señaló.

Los comités Covid-19

Una de las principales indicaciones estudiadas durante la reunión con los vicarios fue la organización de los comités parroquiales de salud e higiene COVID 19. Cada parroquia designará las personas que servirán de enlace con el Estado y el Arzobispado, y serán las responsables de los informes estadísticos diarios, y el reporte de casos sospechosos detectados.

Se concluyó que en estos comités parroquiales de salud e higiene COVID 19 debe incluirse como personal de apoyo indispensable a las secretarias parroquiales, pues por la naturaleza de su trabajo, en la mayoría de los casos serán quienes atenderán las solicitudes de información del Ministerio de Salud.

Si en las comunidades religiosas hay capillas abiertas a fieles, u oficinas que atiendan público, también deben tener su comité de salud e higiene COVID 19.

Medidas de prevención

Durante la reunión se determinó que las capillas abrirán paulatinamente, empezando por las de mayor aforo. Se sugirió destinar fechas para que las comunidades de la periferia, o de capillas más pequeñas, para que asistan al templo central. Los diáconos, religiosas y Delegados de la Palabra asumirán el compromiso de celebraciones de la Palabra, debido a que se aumentará la frecuencia de las mismas.

Se mantiene la dispensa del precepto dominical, y se les sugiere a las personas de tercera edad, y aquellas que padecen enfermedades respiratorias, que no vayan a misa.

En la Arquidiócesis de Panamá por ahora no habrá bautizos, solo en casos de gravedad; los matrimonios y los funerales se deben realizar cumpliendo el aforo del 25 por ciento de la capacidad del templo, y las medidas de seguridad.  Las confesiones se harán colocando un acrílico o material plástico entre el ministro y el penitente, que debe ser limpiado luego de cada confesión.

La mascarilla es de uso obligatorio para todos los que están ayudando en el templo, así como el lavado de manos cada 30 minutos. Los lectores de la Palabra durante las celebraciones deben lavarse las manos antes y después de proclamar.

También se acordaron las funciones de los voluntarios que darán su apoyo durante las celebraciones, para asegurar el ingreso seguro de los fieles al templo: uno tomará temperatura, otro aplicará el gel y vigilará que los fieles apliquen en sus zapatos el líquido desinfectante que ha de estar en una alfombra frente la puerta de ingreso, y otros indicarán los puestos que ocuparán los asistentes, para asegurar que se cumple el distanciamiento exigido por las autoridades.

La salida del templo también debe hacerse en orden, de acuerdo al lugar donde se ubicó. Los voluntarios indicarán el momento que los fieles de cada puesto pueden retirarse.

Se ha determinado que cada dos horas deben limpiarse las superficies de contacto, es decir, respaldar, reclinatorio y donde se ponen las manos. Al final de día debe hacerse la limpieza con desinfectantes. La sanitización y desinfección profunda se debe hacer cada dos semanas, según se informó.

Algo importante de lo señalado es que, en los templos con mayor afluencia, se requiere un equipo parroquial con suficiente organización para que no se formen filas muy largas para entrar. Al detectar a alguien con temperatura arriba de 37.5, se debe tomar nota del nombre y número de cédula para hacer el reporte, y no debe entrar. A la persona afiebrada se le recomendará llamar 169, consultar con la doctora R.O.S.A., o ir al centro de salud.