Poner a Cristo en el centro de la vida

Poner a Cristo en  el centro de la vida

Muchos están viviendo momentos muy difíciles en estos días, tras tantos días de pandemia y la amenza insistente de la enfermedad. En este contexto, que cualquiera diría que es sombrío, la Palabra nos dice que tengamos ánimo, esperanza, y que nunca se nos borre la sonrisa.

El cristiano que tiene al Señor como centro de su vida, no tiene por qué temer. Para ello, se deben conocer las opciones fundamentales de Jesucristo y hacerlas vida.

Empecemos en casa, por supuesto, donde nos corresponde crear un clima de esperanza y serenidad. Solo así podremos ser sacramento en la vereda y el vecindario enterio, y lograremos expresar la solidaridad que estos días nos exigen.

Ser precursores, facilitadores, animadores y centro que irradia buen ambiente: de eso se trata la fe convertida en acciones concretas y multiplicadoras.

Sí, puede que no sea sencillo. Hay días que no tenemos ganas de animar, sino que necesitamos ser animados. Por eso la acción sugerida abarca a la comunidad, donde la fe se alimenta. El camino es más fácil cuando contamos con el otro para avanzar.

Solo de esta manera podremos librarnos de nuestros propios prejuicios y apegos, y dedicarnos a levantar nuestra familia que en estas circunstancias podría estar pasándola mal.

Si alguna otra agenda, algún apetito, un proyecto personal o sueño privado es más importante que la vida en Cristo, caeremos en la desesperanza. Corresponde emparejar nuestros propósitos con la voluntad divina, ese es el camino de la verdadera felicidad, nos dice Jesús hoy, y su Palabra es perenne.

¡Ánimo!