Falta un año exactamente para vivir la Jornada Mundial de la Juventud como país sede. Hemos estado en un período de preparación, tanto espiritual como de organización, y lo que hace unos meses sentíamos lejos, hoy está a la vuelta de la esquina.
Hay mucha alegría, expectativa y compromiso por parte de la juventud y de los adultos de nuestro país. Hemos visto cómo se han sumado las instituciones, cómo todo ha ido tomando forma y la presencia de voluntarios de todo el mundo se ha manifestado desdae hace meses.
La pregunta es: ¿cómo está nuestro corazón preparándose para la jornada? Entre tantas responsabilidades por ser el país sede de la JMJ, podemos caer en un afán que sólo implica reuniones, organización, actividades para recaudar fondos y menos horas de sueño. Pero, ¿qué sentido tiene tanta organización si cuando venga la jornada no tendremos el corazón preparado?
Si tanto tiempo invertimos en acumular responsabilidades y trabajar, así mismo debemos dar espacio para orar y formarnos. Debemos estar listos espiritualmente para recibir a la juventud del mundo que atesora la JMJ como un encuentro de fe, cultura y gratas experiencias.
Te quiero invitar a preparar tu corazón, es hora de comprender que nada de esto será posible si no oramos y nos formamos previamente. ¿Por qué? Porque, aunque muchos jóvenes panameños asistirán como peregrinos, la mayoría que estamos en Pastoral Juvenil estaremos trabajando como voluntarios. Entonces, los demás que estarán concentrados en escuchar la homilía o participar del Vía Crucis y meditarlo, mientras nosotros estaremos corriendo de un lado a otro y ayudando a los jóvenes que de seguro tendrán dudas geográficas, culturales y hasta espirituales. Vamos a ser servidores en esta próxima JMJ, dispongamos nuestro corazón desde ya para acoger con alegría a tantos peregrinos en el 2019.