Proclaman la liberación desde el centro de la opresión

Proclaman la liberación desde el centro de la opresión

La presencia de la comunidad de Jerusalén se hace sentir con fuerza en medio del pueblo, cosa que va a atemorizar a las autoridades judías, que temen todo lo que pueda sacar al pueblo de su control.

El verdadero adversario es el sumo sacerdote y su partido (saduceos), la nobleza sacerdotal y laica que domina el templo y retiene el poder económico, político e ideológico.  Éstos ordenan apresar a los Apóstoles porque predicaban en nombre de Jesús, pero durante la noche el ángel del Señor los liberó.

Reunidos los sumos sacerdotes, notables y doctores de la ley, mandan a buscar a los Apóstoles, que ya no se encuentran en la prisión, sino que nuevamente predicaban en el templo.  Los hacen traer “sin violencia” porque temían la reacción del pueblo que los escuchaba.

Frente a una dura declaración de Pedro de que “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”, las autoridades se encuentran en un callejón sin salida. Los apóstoles habían llenado Jerusalén con el anuncio cristiano y además se atrevieron a acusar a las autoridades de haber asesinado a Jesús.  El sanedrín no sabe por dónde comenzar y entonces aparece la figura de Gamaliel, el gran doctor de la ley que gozaba del respeto general.

El consejo que Gamaliel da al sanedrín es muy inteligente y recomienda dejar tranquilos a los apóstoles, porque “si esta obra es de los hombres, se destruirá; pero si es de Dios, no conseguiréis destruirles.” (5,38-39).

Sabio consejo.  Lo que proviene de Dios no puede ser aniquilado por los hombres.  La recomendación de Gamaliel es, en realidad, la aprobaciòn de que Jesús y sus seguidores están cumpliendo y llevando a término el plan de Dios.