Monseñor Ulloa Mendieta, Arzobispo de la Arquidiócesis de Panamá, se dirigió el pasado domingo a uno de los sectores más golpeados por esta pandemia. Hizo un llamado a las autoridades y al pueblo para que valoren el trabajo de los productores e indicó que hay que brindarles apoyo para que no abandonen el campo, que cuenten con los recursos y herramientas necesarias para que sigan cultivando la tierra para obtener productos de calidad. El titular de la cartera agropecuaria concordó con el arzobispo y resaltó que los productores juegan un papel importante, sector que ha sido marginado, olvidado y engañado por muchos años. «Por más de nueve semanas han estado alimentándonos de manera continua e interrumpida, por lo que reiteramos nuestro compromiso que seamos centinelas vigilantes de la defensa del sector«.
Por su parte, Valentín Domínguez, presidente de la Asociación de Productores de Maíz y Sorgo de Los Santos, dijo que los arroceros están a la espera del pago de los $7.50 por quintal; los ganaderos de los 10 centavos por litro de leche; y los maiceros de los $3.00 de subsidio. Los miembros de la Gremial de Agroexportadores de Productos Tradicionales de Panamá (Gantrap) solicitan al Gobierno se agilice la aprobación y pago de los Certificado de Fomento Productivos (CFP) atrasados de 2016, 2017 y 2018. La pandemia del coronavirus le pasa factura al sector agroexportador de sandía, melón y piña.
Si en el campo llueve…
En las casas, mueren adultos mayores, solos, desatendidos e invisibles. Cuando este artículo se publique, ya habremos sobrepasado los 300 fallecidos por COVID-19. El 75% de las defunciones ocurre en personas mayores de 60 años, con alguna enfermedad concomitante.
¿Salvar vidas en beneficio de otras?
Habrá que revisar muchas cosas en nuestro sistema sanitario público para llegar a todos y curarlos con eficacia. Preocupan las tristes historias de fallecimientos de ancianos aislados en sus casas. Hay la idea de que se sacrifiquen vidas en beneficio de otras.
La edad no es motivo para desvalorizar la vida
La base de la ética democrática y humanitaria consiste en no hacer distinción entre personas, ni siquiera a causa de su edad. La tesis de que una menor esperanza de vida comporta una reducción «legal» del valor de dicha vida es, desde un punto de vista jurídico, una barbaridad.
No podemos dejar morir a la generación que recuperó el Canal, luchó contra invasiones, dictaduras y que trabajó por la construcción del país que somos. Aceptar la muerte «anticipada» de los ancianos a causa de una mentalidad utilitarista es una hipoteca para el futuro, pues divide la sociedad en clases de edades.
Un derecho humano
Es necesario reafirmar con fuerza los principios de igualdad de tratamiento y de derecho universal a la asistencia sanitaria conquistados por siglos. Es el momento de dedicar todos los recursos que sean necesarios para proteger el mayor número de vidas posible y para humanizar el acceso a la atención sanitaria para todos.
Adultos mayores campesinos
Y que diremos de estos productores, que como dice Monseñor y el titular Agropecuario, “nos alimentan”, también llegan a la ancianidad, portando toda la sabiduría, ancestral, campesina, cuyos hijos e hijas migraron a la ciudad. O se trabaja o no se come y aunque algunos lo hacen ya por costumbre, la vida del campesino adulto mayor no es fácil