ESTEFANY RODRÍGUEZ
Hace pocos días se celebró el famoso día del Orgullo Gay o mejor conocido como el Pride. Este día siempre genera una serie de conflictos entre partidarios de esta ideología y cristianos. ¿Cuál debería ser nuestra posición en este aspecto? Es importante reconocer que en estos momentos que estamos llenos de nuevas ideologías y corrientes, se ve cada vez más normal a las personas con atracción hacia el mismo sexo, pero ¿esta esto mal? ¿es esto pecado?
Prefiero remitirme a lo que nos dice el catecismo joven de la Iglesia Católica en el numeral 2358: “Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales, profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición”.
Como cristianos, nos toca la parte difícil que es la de acoger, sin ser parte, sin apoyar y, sobre todo, manteniendo el respeto de nuestra dignidad de hijos de Cristo, reconocidos por su misericordia y que al igual que ellos, pecamos de manera distinta, pero pecamos. Como jóvenes, debemos comprometernos con aprender, conocer y sobre todo, enseñar las verdades de la Iglesia. No se puede ser católico y apoyar una ideología contraria a la que Cristo enseña, pero tampoco se puede ser católico, sin amor al pecador, esa misericordia que hemos experimentado gracias a Jesucristo.