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¿Queremos seguirle?

¿Queremos seguirle?

No es fácil, nos van a tachar de raros, anticuados y retrógrados. Él nos lo advirtió por eso no nos pilla de sorpresa, además no nos importa. Si ser raro es mantener unos ideales de los que estamos convencidos como, es ir a Misa los domingos y comulgar, ayudar a los demás, no pensar nada más que en nuestro propio beneficio, lo admitimos, somos raros. 

Si estar anticuado es escuchar, ayudar a nuestros padres, esforzarnos en el trabajo o en el estudio, no despilfarrar, no emborracharnos ni drogarnos, sí estamos anticuados. Ser retrogrado significa: adjetivo/ nombre masculino y femenino. 

Que es partidario de ideas o instituciones políticas o sociales propias de tiempos pasados. Lo somos si consideramos que nuestros ideales han cumplido veintiún siglos, adaptándolos a la vida actual. 

Yo diría que somos inteligentes porque: Respetamos los ideales de los demás. 

No les imponemos los nuestros. No nos dejamos llevar por la multitud. 

Valoramos el esfuerzo, la constancia, la honestidad, la prudencia, la justicia. 

A pesar de todo ello tenemos muy claro que es el único y el mejor camino es seguir a Jesús. Para ello nos comprometemos a una tarea nada fácil. 

Luego cada día al levantarnos haremos lo que tengamos que hacer lo mejor que sepamos sin escatimar esfuerzo, sin egoísmo. Al acostarnos reflexionemos en lo que hemos fallado. Al día siguiente de nuevo, con ímpetu, empecemos el día como si fuese el último, con afán de superación. 

Implicarnos en demostrar que somos cristianos no significa irnos a las misiones, no se nos pide grandes hazañas. 

Nosotros podemos seguir a Jesús desde nuestro trabajo, desde nuestra clase, en la familia y con los amigos. Podemos decir una palabra amable a alguien que lo necesita, acariciar a nuestra madre o telefonear al abuelo, escuchar a un amigo.