Reconciliarnos con esas personas que alejamos

Reconciliarnos con esas personas que alejamos

Perdón”, es una palabra común y hasta corriente que todos sabemos que cuesta un mundo convertir en un hecho concreto de la realidad, y que Cristo nos propone como el camino concreto para vivir la fe.

Una persona que se niegue a vivir en constante clave de perdón, de reconciliación, mal puede llamarse cristiano, con tal de hacer frente al difícil reto de la Misericordia, echamos mano de frases cliché como esa que dice “Yo perdono, pero no olvido”.

El Señor nos está pidiendo que para esta semana, a pesar del ruido y los mensajes relativistas de las fiestas del carnaval, empecemos a trabajar en nuestra capacidad de perdón.

Por ende, la idea es que busquemos a ese familiar, amigo o vecino que, por años, hemos tenido alejado de nuestras vidas, y tratemos de arreglar las cosas con él o ella.

Desde nuestra naturaleza nos parece cosa imposible tener sentimientos positivos hacia quien nos agravia o nos hace daño y se muestra enemigo. Y, sin embargo, el texto sagrado nos invita a amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen.

Pero, ojo, no se trata de que hagamos esto con fuerzas netamente humanas. El amor, lo mismo que el perdón, nacen de saberse amado y perdonado por Dios, y es Él quien nos anima y acompaña en esta aventura de reconciliarnos. Saber que es Dios quien ejecuta la acción en mí, evita que caiga en la vanidad y la autorreferencialidad.

El perdón necesita expresarse y ser celebrado para que quede como hito histórico en la biografía personal. Eso implica, entonces, buscar al sacerdote y vivir el Sacramento de la Reconciliación. ¡Ánimo!