El Arzobispo Metropolitano, Monseñor José Domingo Ulloa, realizó el rito del lavatorio de pies en el Centro Penitenciario La Joya, resaltando la importancia tan grande que tiene el servicio al prójimo.
Por Julia González Mojica
Como otros años, Monseñor José Domingo Ulloa visitó este Jueves Santo a los privados de libertad del Centro Penitenciario La Joya. Este día se conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena, el lavatorio de los pies y la oración en el huerto.
Dentro de la cárcel
En un lugar de muerte como son las cárceles, la conversión y la misericordia, levantan del suelo al hombre que llegó cargando con sus pecados.
El cambio que viven muchos de estos hermanos ha sido tras un proceso de formación y acompañamiento de la Pastoral Penitenciaria, liderado por el religioso mercedario Francisco Javier Palomares.
Una labor misionera que se refuerza en Cuaresma y Semana Santa donde el privado de libertad, al igual que todos los cristianos estamos llamados a sufrir, morir y resucitar con Él.
Para el padre Francisco Javier Palomares, vicario de la parroquia Nuestra Señora de la Merced y secretario ejecutivo de la Pastoral Penitenciaria, el trabajo en las cárceles es una experiencia que impacta, y revela que el Dios crucificado y resucitado está presente en cada uno de los privados de libertad.
Recuerda que la Semana Santa en los centros penitenciarios de Panamá se ha vivido en años anteriores con mucho recogimiento y respetuosa participación dentro de las cárceles con actividades que recuerdan la pasión, muerte y resurrección del Señor.
Una experiencia de fe
Ana Argelis (nombre ficticio) es una panameña que estuvo por 12 años y un mes en el Centro Femenino de Rehabilitación Cecilia Orillac de Chiari (Cefere).
Confiesa que antes no vivía la Semana Santa espiritualmente, como lo hace hoy. “Esos días eran para descansar”, señala.
Hoy su devoción está fortalecida. Sus recuerdos de Semana Santa que vivió dentro del penal los tiene muy presente: “Iniciaba el Miércoles de Ceniza; cada viernes había Vía Crucis, al iniciar la Semana Mayor; y era profunda y fuerte la vivencia el Domingo de Ramos. Este tiempo se vivía con mucha devoción.
“Primero como oyente, luego como lectora y monitora; leer la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo fue cambiando mi forma de vivir mi fe”, afirma.
Ana cuenta que salió de la cárcel diferente, una mujer renovada en su fe; una fe que la ayuda a vencer miedos, dolores, desánimos, rencores y que le enseñó a perdonar.
Giovanni Martínez (nombre ficticio) estuvo 5 años en el Centro Penitenciario La Nueva Joya.
Durante este tiempo fue coordinador de la Pastoral Penitenciaria dentro del penal.
Martínez comparte que durante los 40 días de la Cuaresma se hacía penitencia. Se restringían de tomar café, fumar, algunos hasta de drogarse. “Para los que estamos en la cárcel, todo se pone difícil, pero siempre habrá una salida. Dios tiene propósitos perfectos”.
Este ex privado de libertad de nacionalidad, recuerda de manera especial el Vía Crucis dentro de la cárcel.
Compromiso con los privados
El padre Francisco Javier Palomares lleva 7 años al frente de la Pastoral Penitenciaria. Para este mercedario “la verdadera libertad no es poderte mover y sin estar limitado por una reja; la verdadera libertad que Dios nos dio es la verdad, es la libertad interior, que yo estando preso, me siento libre”.
La Semana Santa y la Pascua, para el privado de libertad, según expresa el secretario ejecutivo de la Pastoral Penitenciaria, “es diferente para la persona que está en disposición de entender mejor el misterio de la Pasión Muerte y Resurrección de un Cristo que fue sentenciado, acusado, maltratado y al final fue ejecutado… pero resucitó y abrió para todos nosotros la posibilidad de una Vida libre y Eterna”.