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Saber mirar el pesebre sana el alma

Saber mirar el pesebre sana el alma

En general, la Navidad toma la encarnación del Verbo de Dios en la parte más descomprometida e infantil. Es un niño quien ha nacido. Y un niño no dice cosas serias. Este Niño Dios no ha dicho todavía “Sean perfectos” (Mt 5, 48), ni “sepulcros blanqueados” (Mt 23, 27ss), ni “vende tus bienes y sígueme” (Lc 18,22) ni “Yo soy la Verdad y la Luz” (jn 14,6). Todavía está callado este niño. Y nos aprovechamos de su silencio para comprarle el Amor barato, a precio de villancicos y panderetas.   En esa Nochebuena no intuimos el tremendo compromiso que adquirimos los humanos. Como es un Niño el que nos ha nacido, no-percibimos la Ley y el compromiso serio, que nos trae debajo de su débil brazo. En torno a un niño todo parece ser cosa de juego y de algarabía. ¿También con el Niño Dios?   ¿A qué nos compromete la Encarnación del Hijo de Dios? A Belén se acercarán este año:

-El Papa, llevándole a Jesús todas las luces y sombras, las alegrías y las tristezas de la Iglesia.

– Los obispos y sacerdotes de todo el mundo, llevando a sus espaldas sus diócesis y parroquias, sus movimientos y grupos, para regalárselos a Jesús.

-Religiosos y religiosas, con sus corazones consagrados y sus ansias de seguirle en pobreza, castidad y obediencia.

Misioneros y misioneras, dispuestas a aprender las lecciones de esa cátedra de Belén.

-Laicos, admirados o indiferentes, despiertos y somnolientos, santos y pecado-res, sanos y enfermos, jóvenes y adultos, niños y ancianos.

¿Qué no es Navidad? ¿Qué es Navidad?

Navidad no son las luces de colores, ni las guirnaldas que adornan las puertas y ventanas de las casas, ni las avenidas engalanadas, ni los árboles decorados con cintas, figuras y bolas brillantes, ni la pólvora que ilumina y truena.   Navidad no son los almacenes con ofertas, no son los regalos que demos y recibimos, ni las tarjetas que enviamos a los amigos, ni las fiestas que celebramos. Navidad no son Papá Noel, ni santa Claus, ni los Reyes Magos que traen regalos. Navidad no son las comidas especiales. Navidad no es ni siquiera el pesebre que construimos, ni la novena que rezamos, ni los villancicos que cantamos ale-gres, ni las coronas que pongamos en las paredes.

Navidad es: “Dios que se hace hombre como nosotros porque nos ama y nos pide un rincón de nuestro corazón para nacer”.

Por eso, ser hombre, ser humano, es tremendamente importante, pues Dios quiso hacerse hombre, hacerse humano. Y hay que llevar nuestra dignidad humana como la llevó el Hijo de Dios Encarnado. Por todo esto:

-Navidad es muy exigente porque Dios pide a gritos un hueco limpio en nuestra alma para nacer un año más. ¿Se lo daremos?

-Navidad es una joven virgen que da a luz al Hijo de Dios. Por eso, dar a luz es importante a la luz de la Encarnación, porque Dios quiso que una mujer del género humano le diese a luz en una gruta de Belén. Tener un hijo es santificador y com-prometedor, pues Jesús fue dado a luz por María. A ver si profundizamos esto: “no es lo mismo tener o no es tener un hijo; no es lo mismo querer tenerlo o no tenerlo”.

-Navidad es una invitación al don de la vida, no a impedir la vida, porque Navidad es un niño pequeño recostado en un pesebre. Qué importante es ser niño, y niño inocente, al que debemos educar, cuidar, tener cariño, darle buen ejemplo, alimentarle en el cuerpo y en el alma… como hizo María y José Y no explotar ni escandalizar a los niños por nada (Mt 18, 6-9).

Navidad son ángeles que cantan y traen la paz de los cielos a la tierra. Por eso es importante ser constructores de paz y no autores de guerras.

Navidad son pastores que se acercan desde su humildad, limpieza y sencillez. Por eso, es importante que no hagamos discriminaciones a nadie.

Navidad es esa estrella en mi camino que luce y me invita a seguirla, aunque tenga que caminar por desiertos polvorientos, por caminos de dudas cuando desaparece esa estrella.