Sacerdotes promotores de vocaciones

Sacerdotes promotores de vocaciones

El 1 de mayo, fiesta litúrgica de San José Obrero, el clero de Panamá y de otras diócesis se reunieron para celebrar el Día del Seminario, ocasión en la que el Arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa Mendieta, exhortó a los presbíteros a ser promotores de las vocaciones a la vida sacerdotal.

“La pregunta que debemos hacernos como sacerdotes, es cuantas vocaciones hemos suscitado en nuestras parroquias para que los jóvenes se animen a entrar al Seminario”, dijo el arzobispo.

Para el padre José Ramón Rodríguez (Chemita), el llamado que hace el Arzobispo es válido y oportuno porque a sus cinco años de edad precisamente un sacerdote sembró la semilla de la vocación con su testimonio de vida. “El padre Bernardo García fue párroco de Pesé cuando yo apenas tenía cinco años, y su figura me fascinó; visitaba a los enfermos, en Semana Santa dirigía las siete palabras, daba la catequesis  después de la misa dominical”, recordó el padre “Chemita”.

Pero fue otro sacerdote que le habló y le motivó a ser sacerdote. “Monseñor José Dimas Cedeño era párroco de Santa Teresita y me dijo: tu no has pensado ser sacerdote”, pregunta que para el padre Chemita fue directa y oportuna.

El sacerdote que es además formador en el Seminario Mayor San José, revela que en conversaciones con niños y jóvenes les ha planteado esa inquietud y ya son 19 que orientados por él  entraron al seminario y ahora son sacerdotes.

También el padre Efraín De León, mantiene en su memoria que fue el padre Julio Jiménez quien le llevó a pensar en el sacerdocio como opción de vida. “Me gustaba como predicaba, y fue quien prendió la chispa”, cuando ya tenía 13 años de pertenecer al grupo juvenil.

La vocación sacerdotal es un don de Dios para toda la Iglesia, un bien para su vida y misión. Ella es responsable del nacimiento y de la maduración de las vocaciones sacerdotales, indicó el Arzobispo de Panamá.

“Es muy urgente, sobre todo hoy, que se difunda y arraigue la convicción de que to-dos los miembros de la iglesia, sin excluir ninguno, tienen la responsabilidad de cuidar las vocaciones”, acotó