La pandemia nos ha traído soledad y angustia. Laicos católicos y clero se activan para hacerle compañía a personas y familias que sufren.
La pandemia que nos ha cerrado las puertas de casas y negocios, también amenaza con cerrarnos el alma. Hay mucha gente sola, triste, gente que cree que se le cerraron los caminos.
En medio de este tétrico ambiente, ¡Dios que ama!
¿Qué dónde están los hechos que demuestran este amor divino? Pues en la calle, en los albergues, los comedores y en los hilos telefónicos atendidos por laicos que se activaron ante el encierro de sus hermanos, sus penas y sus nostalgias.
Y está en los templos que, a pesar de los candados en las puertas por la pandemia, se han abierto para servir de custodia a las cenizas de quienes han dado el paso a la vida eterna.
A todos
Muchas familias han perdido a seres queridos, sin que les sea posible despedirse como Dios manda. Sobre todo, porque los funerales en medio de la emergencia sanitaria no permiten que todo el que quiera asista.
El sufrimiento no es poco. Sobre todo, en los casos de muertes por Covid, las restricciones hacen que sea casi imposible una despedida cristiana.
Las normas dictadas por la Conferencia Episcopal Panameña (CEP) impiden que más de 25 personas estén presentes en los actos fúnebres, y se invita a los ministros para que los hagan en un poco más de 30 minutos.
En actitud de espera santa, la Iglesia arquidiocesana se ha ofrecido para ser custodia de las cenizas, sin importar la fe que profese la familia o el difunto.
El padre Luis Núñez, Vicario de Pastoral de la Arquidiócesis, y párroco de la parroquia de Santa Ana, uno de los templos ofrecidos para custodiar las cenizas, indica que a su cuidado hay 80 urnas, algunas de las cuales pertenecen a extranjeros que han fallecido sin ningún familiar cerca.
“Los vecinos son los que se acercaron y pidieron colocar las cenizas en el templo, y con frecuencia van y le rezan y lo acompañan”, dijo.
Y agregó: “Así somos los panameños. Ellos agradecen que se pueda tener las cenizas a los pies de la Virgen del Carmen, y acuden a orar a Dios para que cuide esa alma que ya partió hacia Él”.
El padre Núñez reafirmó que no es aconsejable tener las cenizas en casa. “la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo”, dijo el padre Núñez citando la Instrucción de Santa Sede sobre la conservación de las cenizas, pero insistió: “Las cenizas deben conservarse en un lugar sagrado, y al colocarlas ahí esto se convierte en sitio de oración”.
Acompañarles
Ante el dolor reinante, algunos laicos se activaron para dar compañía, aunque sea por teléfono, a las personas que pasan por un duelo, que tienen miedo o que, por el aislamiento, sufren crisis familiar o de pareja.
Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, arzobispo de Panamá, dice que ante tanto sufrimiento las personas deben “encontrarle el sentido al dolor”. El apóstol Pablo nos dice que “lloremos, pero no como los hombres que lloran sin esperanza”.
En realidad, dice el arzobispo, “lloro por mí, porque no volveré a ver al ser querido, y a partir de ahí debo serenarme y dejar ir al ser querido”.
La licenciada Kathia Díaz, de la Pastoral Social-Caritas, coordina las iniciativas laicales que han surgido para acompañar a todas estas personas en crisis, entre las que se encuentra la conocida como “Camino de Emaús”, que busca ser un bálsamo para estas personas, que tienen la posibilidad de ser escuchados, atendidos y acompañados.
Aquellos que necesiten un hombro en este momento de dolor, pueden llamar al número directo es 282-6597.
Díaz, a la cabeza de esta Red de Acompañamiento Espiritual y Emocional, indica que se está pensando en escribir cartas para todas aquellas personas que están aisladas en hoteles, para que se sientan acompañadas, queridas y sientan que Dios sigue cerca y nos ama.
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