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Ser una persona ordenada es más importante de lo que todos creen

Ser una persona ordenada es más importante de lo que todos creen

Todas las virtudes y valores humanos están interrelacionados. Y aunque nos cueste creerlo, la virtud del orden es la coordinadora de todas las virtudes, la que consigue que mejoremos de una manera armónica y equilibrada.

El orden empieza en la cabeza y, desde ahí, se transmite y se ejecuta en todos los aspectos de la vida. Ese orden mental consiste en una clara escala de valores que establece las prioridades de los aspectos clave de nuestra vida.

Es importante tomar conciencia de que el orden no es una manía que nos cohíbe, sino un valor que mejora las personas. La clave es no poner el frío orden material de las cosas por delante de la afabilidad.

Llevarlo a la vida

Empieza en la cabeza, y de ahí a todos los episodios personales y comunitarios. También las empresas e instituciones se ven sujetas a esta realidad. Tienen un programa anual de objetivos que lleva asociado un presupuesto anual. Esos programas y presupuesto son los puntos de referencia para saber si está cumpliendo con las prioridades seleccionadas.

En el plano individual ocurre exactamente lo mismo, hay que señalarse unos objetivos personales, unas metas, planes, orden mental, y, …respetarlo.

Sin ese orden, o lo que podemos llamar también “plan de vida diario y a largo plazo”, con frecuencia caemos en un estado de deriva.

Tanto las personas como las instituciones tienen inteligencia y libertad para cambiar el orden, pero deben hacerlo de manera razonada y no caprichosa.

Es más fácil improvisar dentro del orden que del caos. Los resultados pueden ser imprevisibles, si nos dejamos llevar por el azar.

Los que pertenecemos a la cultura latina tenemos mucho que aprender del sentido del orden y disciplina de las culturas nórdicas y los nórdicos deben incorporar de nosotros la capacidad de improvisar y adaptarse cuando surgen imprevistos, lo que es muy frecuente.