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Si hay actividades en las capillas, los jóvenes no se alejan de nuestra Iglesia

Si hay actividades en las capillas, los jóvenes no se alejan de nuestra Iglesia

Algunos han sido víctimas de bullying, de malos tratos, mientras que a otros no se les ha dado oportunidades dentro de la comunidad o de la misma Iglesia. Pero en la capilla de Don Bosco, en Arraiján, se percibe un ambiente de acompañamiento, de familia, de hermandad.

 

Por Elizabeth Muñoz de Lao

En la pequeña y sencilla capilla de Don Bosco, en Arraiján, que es parte de la parroquia San Nicolás de Bari, el catequista de Confirmación, José Ángel Pinzón, desarrolla una labor titánica en pro de una vida mejor para los jóvenes que allí asisten y que buscan en Jesús el amor y la mano amiga que necesitan.

La primera labor es la formación de niños y jóvenes a través de catequesis familiar de Comunión y luego la de Confirmación. En esta última, José atiende a diferentes tipos de chicos, muchos provienen de hogares disfuncionales o con problemas diversos.

 

Se busca que ese joven experimente, a través de Jesús, la fe y, con ella, elevar su autoestima para que pueda enfrentar la vida. Pero la idea es que, una vez confirmados, no se alejen de la Iglesia, por lo que se formó el grupo JESÚS, un acróstico que significa: Jóvenes Enviados por el Señor y Unidos por Siempre.

 

Desde los 13 hasta los 18 años, estos jóvenes tienen esa convivencia con otros de edades similares. Se les guía sobre cómo evitar el consumo de alcohol, de drogas y los daños que les pueden causar. Incluso, se les brinda atención con profesionales como la psicóloga Omaira Ávila, quien trata de que hablen de lo que les afecta y así ayudarlos.

Ha habido casos de chicas que se cortan en distintas partes del cuerpo por sentirse maltratadas. Al atenderlas, y también a sus padres, se ha logrado un acercamiento con la familia. También cuentan con el licenciado Jesús Navas, quien, como catequista, atiende a los que muestran alguna necesidad de ayuda.

 

Siguen sirviendo

José Ángel, que labora en el Taller de Aviación de la Tecnológica, sostiene que, al terminar la confirmación, muchos se alejan, pero de este grupo ya hay quienes pertenecen a la catequesis de liturgia y que ayudan a otros para que entren. También hay servidores del altar. La idea es brindarles, dentro de la iglesia, la oportunidad de que pongan sus talentos al servicio de la comunidad y no se alejen.

 

Los jóvenes participan en distintas actividades de la Iglesia.

¿Qué lo motivó?

Sus padres, devotos de Don Bosco, vivían frente a la Basílica, en Calidonia. El sacerdote decía: “ahí vienen los hijos de Don Bosco”. Eso marcó su vida.

Participó en un encuentro con monseñor Rómulo Emiliani. Allí, José Ángel tenía un amigo que consumía drogas, estaba llorando y no se atrevía a levantarse a pedir perdón. Él lo tomó de la mano y lo llevó adelante. La satisfacción más grande fue ayudar a cambiar la vida de su amigo. Entonces se dijo: “si pude ayudarlo a él, puedo ayudar a muchos otros”. Y así lo hizo. Hoy vive cerca de la capilla y pide ayuda para hacer más talleres, charlas, y personas comprometidas con esta causa. Se necesita espacio para reunirse y planificar las actividades de la Pastoral Juvenil. “Entre más actividades hay en la Iglesia, más se incorporan los jóvenes”, advierte.