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Templos abiertos, pero con prudencia

Templos abiertos, pero con prudencia

Tras el anuncio de las Normativas Generales para la apertura de los templos y reinicio de las celebraciones litúrgicas, la feligresía católica –como era de esperar– se alegró. Este regocijo, no obstante, debe siempre estar atemperado por la prudencia. Para iniciar se necesita de una preparación y una logística que garantice los procesos sanitarios que exige el Ministerio de Salud, y por parte de los fieles se hace necesaria una dosis intensa de cuidados y conciencia ante la nueva realidad.

Aquellas personas que asistan deben atenerse a las normas de seguridad y controles que las autoridades sanitarias –en común acuerdo con la Conferencia Episcopal Panameña– han establecido. De lo contrario, la salud de todos se afectará y la Iglesia, como cuerpo y comunidad de fe y gozo, quedará en entredicho.

Con responsabilidad pastoral la Iglesia pide a las personas mayores y con afecciones respiratorias que se abstengan de participar en la Misa por el riesgo que corren, recordando que pueden seguirla a través de los medios de comunicación. 

Ante esta realidad, los obispos establecieron una prórroga de la dispensa del precepto dominical, y se hace para eximirles de la obligación de asistir a misa y protegerles del contagio, y los mueve la solidaridad cristiana y la búsqueda del bien de los demás. 

Como ciudadanos, pero sobretodo como cristianos, hemos de estar “atentos” a las disposiciones de la autoridad civil para cumplir sus ordenanzas. Demostremos con nuestra obediencia y caridad que somos personas dispuestas a poner el bien común por encima de cualquier otra prerrogativa. 

En medio de la preocupación y creciente ansiedad que muchos manifiestan, es bueno que todos contemplemos nuestra fragilidad y limitación de creaturas, y pongamos a los pies del Creador nuestra vida como lo que es: don que hay que cuidar.