Cuentan sus ocurrencias; sobre la salida de su primer diente, hasta su gran travesura, pero, ¿está consciente a quien le llega toda la información que sube en las redes sociales?
En la página de contenido católico Catholic.net nos invitan a reflexionar sobre este tema. Destacan que el fenómeno de colgar en Facebook, Twitter, Youtube o Instagram desde la primera ecografía hasta el último puchero del retoño ha alcanzado tales dimensiones que ya tiene su propio nombre: «oversharenting».
«La sociedad actual tiende a desnudarse en todos los sentidos, en mostrarse demasiado a los demás. Se mira demasiado en los ojos de los otros…», reflexiona en este escrito el psicólogo español Javier Urra.
Los padres que difunden imágenes de sus hijos están creando una vida virtual del niño. La página aleteia.org en un reportaje destaca que muchas veces los padres suben imágenes sin pensar en el daño posterior.
Hay algo que nunca, nunca se debe hacer: publicar una foto de un niño desnudo. Cuantas personas suben la fotito del niño corriendo en traje de Adán por la playa o dándose un baño. Puede parecer de sentido común, pero es sorprendente la cantidad de fotografías de niños desnudos que se encuentran en las redes sociales. Para nosotros tal vez sea una foto inocente, pero hay personas que las pueden utilizar con fines pornográficos.
Muchos padres, tíos o abuelos no son conscientes de que su perfil está abierto al resto de los usuarios de la red social, con las imágenes que allí cuelgan. Hable con ellos, que primero le consulten.
Ajuste la privacidad y los filtros en sus perfiles de redes sociales para asegurarte de que las fotografías de sus hijos lleguen al menor número de personas posibles.
Hay recuerdos que deben quedarse en su círculo más privado. Los adolescentes son muy sensibles, cuidado con subir una foto que le resulte vergonzosa, pues sus amigos podrían verlo y hacerle bullying.