Juntos como Iglesia, animados por el Espíritu Santo, caminamos hacia un diálogo cada vez más sincero con todos, aprendiendo a ser verdaderos hijos de Dios en el comunicar la verdad que libera y construye vínculos de fraternidad.
Por Redacción
La sinceridad es la virtud que nos lleva a decir siempre la verdad y a mostrarnos al exterior tal y como somos interiormente, manifestando la verdad en palabras y conformando éstas con el pensamiento y las obras. Está muy ligada al estilo de vida de Jesús, hablar con la verdad, aunque a veces cueste, hablar y portarme de acuerdo con la verdad, sin avergonzarme de lo que digan o piensen los demás. Llamar a las cosas por su nombre, sin tratar de adaptarlo a lo que me conviene, ni aceptar que todo es relativo cuando sabemos que existen verdades objetivas e imperecederas. El diálogo necesita de la sinceridad porque puede quedar frustrado cuando se usa como estrategia para segundas intenciones.
El papa Francisco ha insistido en diversas ocasiones en que el diálogo construye puentes cuando se logra entrar a Él con sincera intención.
La Palabra nos ilumina – 2 Timoteo 1, 5 – 9
“Evoco el recuerdo de la fe sincera que tú tienes, fe que arraigó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y sé que también ha arraigado en ti. Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza. No te avergüences, pues, ni del testimonio que has de dar de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero; sino, al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el Evangelio, ayudado por la fuerza de Dios, que nos ha salvado y nos ha llamado con una vocación santa, no por nuestras obras, sino por su propia determinación y por su gracia que nos dio desde toda la eternidad en Cristo Jesús.
La Palabra nos hace reflexionar
Esta parábola habla de un joven al que Pablo invita a vivir la sinceridad de la fe:
- ¿Quién es este joven? – Somos todos los que queremos construir un mundo nuevo con Jesús pero que a veces nos sentimos agobiados o temerosos por las dificultades dentro de la Iglesia.
- ¿Qué representan Loida y Eunice? – Representan a esas personas que con su ejemplo nos enseñaron a vivir sinceramente la fe sin avergonzarse.
- El Espíritu Santo nos fortalece para no temer al diálogo sincero y así también dar testimonio de Cristo.
- Así como Cristo dialogó con todos sinceramente y sin miedo, nos invita a dialogar como hermanos en la Iglesia.
La Palabra nos hace dialogar
El Señor nos pide dialogar sinceramente en la Iglesia, como hermanos sin temor y buscando fortalecer nuestras relaciones al estilo de Jesucristo, con valor y confianza en Dios.
Timoteo era un hombre joven que podía sentir timidez ante la misión que le encomendaron, todos enfrentamos situaciones donde nos sentimos temerosos; a algunos les asusta hablar frente a otros, todos lidiamos con el miedo. ¿Te has sentido nervioso y prefieres evitar dialogar sinceramente en la Iglesia?
Reflexionemos: Al igual que Timoteo, muchos de nosotros tuvimos un encuentro con Jesús, sin embargo, como todo cristiano, necesitamos avivar ese ardor para mantener el fuego de la fe con toda su intensidad y que nuestra vida sea testimonio de Cristo. ¿Qué puedes mejorar en ti para que tu diálogo sea sincero en la Iglesia y siempre?
La Palabra nos hace actuar
Me comprometo a:
- Promover un ambiente cordial y sereno que propicie la confianza y conduzca al diálogo sincero.
- Dialogar sinceramente con la intención de desarrollar una comunión en las diferencias.
- Comprometerse en conocer la verdad escuchando a los hermanos, sacerdotes o las personas que nos pueden ayudar a ser mejores.
- Reconocer sincera y humildemente cuando me he equivocado sin tratar de justificarme o culpar a otros
- No dejar que, en el lugar de reunión, reine un ambiente de superficialidad o relativismo.