No ha sido fácil sostener durante casi 20 años esta obra social de la parroquia Santa Ana, con esfuerzo y la generosidad de varios hermanos logran preparar 150 platos de comida diariamente.
Por Marianne Colmenárez
Desde hace ocho meses, las condiciones cambiaron para quienes se acercan a pedir comida en el Comedor Jesús en los Pobres de la parroquia Santa Ana. En su mayoría, hombres y mujeres que viven en situación de calle, inmersos en distintos problemas de adicción y en completo abandono.
“Con el apoyo de algunos laicos pudimos iniciar un espacio de evangelización en el que desde las ocho de la mañana, antes de entregarles el ticket de la comida, se les lee la Palabra de Dios a nuestros hermanos de la calle.
Meditamos y rezamos con ellos el Santo Rosario; para luego agradecer a Dios por los dones recibidos”, afirma el padre Anel Sánchez, párroco, desde hace un año, de la Iglesia Santa Ana.
Han visto la necesidad de aumentar los platos de comida, llegan sin techos y migrantes.
Manifiesta que al principio hubo resistencia al cambio y hasta reclamaban molestos por sentirse obligados de venir a rezar al templo a cambio de un plato de comida.
“No fue fácil, pero poco a poco han aprendido a agradecer a Dios a pesar de su realidad. Gracias a la Providencia Divina, que a través de personas de buena voluntad, llegan los alimentos; esto nos permite preparar 150 comidas diarias, se les ofrece gratuitamente el almuerzo y cena de lunes a viernes”, dijo.
Compromiso con la misión
Naxur Escudero, coordinador del comedor, señala que mediante las reflexiones han podido hacerles sentir a esta población que son hijos amados de Dios.
“Al principio de la formación solo venían unas 20 personas, ahora llegan casi 80, entre los que viven en la calle, algunos alquilados en un cuarto, pero no tienen dinero para comer y últimamente siempre llegan los migrantes que andan de paso por Panamá”, señaló.
Desde la década de los 70, Escudero vive su compromiso como laico en la parroquia Santa Ana, se encarga de buscar las donaciones, compra todo lo que haga falta para la cocina, predica cuando puede y se conoce el nombre de casi todos los que frecuentan el comedor Jesús en los Pobres.
¡Una inversión para el Cielo!
La realidad económica es bastante fuerte, ya que la parroquia no cuenta con ingresos grandes y las donaciones que llegan son mínimas. El sacerdote Anel informa que se requieren cerca de los 45,000 dólares anuales, solo para el sostenimiento del comedor.
“El dinero va saliendo muy poco a poco, actualmente tenemos una alianza con la Fundación Senderos, esta nos apoya con el pago del salario de uno de los dos colaboradores que tenemos contratados. El otro sueldo se logra con las ofrendas que hacen los fieles en las misas”, reiteró.
Esta misma alianza permitió adecuar un espacio ubicado a un costado del templo. Allí pueden disfrutar de la comida que se prepara en la cocina de la parroquia. El lugar es fresco y acogedor.
“Esta obra social demanda mucha inversión que hacemos para el Cielo. Como equipo nos reunimos periódicamente para evaluar la realidad financiera y vemos que las cuentas no nos dan; sin embargo, sabemos que no podemos parar, ni en pandemia se detuvo esta misión”, manifestó el párroco.
Actualmente, la parroquia Santa Ana ofrece a esta población, atención médica y psicológica , gracias a las buenas relaciones establecidas con el Centro de Salud del corregimiento y la Universidad Santa María la Antigua.