Si realizamos una buena preparación durante la Cuaresma, regamos la luz para iluminar la Semana Santa, pero si lo dejamos para el último día, pasará el novio y cerrará la puerta.
Por: Karla Díaz
Reflexión, ayuno, perdón, limosna, oración… ¿Lograste algo de esto durante esta Cuaresma? Si es así, estamos preparados, pero si no lo hicimos, lamentablemente no hemos aprovechado el tiempo que se nos ha regalado durante estas semanas para vivir plena y verdaderamente nuestra Semana Santa.
Es que a veces el ayuno, la reconciliación y la oración se quedan en meras palabras, y la realidad es que la preparación para vivir esta semana especial va más allá.
Así nos orienta la Hermana Rosmery Castañeda cuando nos dice que entrar de momento o de golpe en la Semana Santa es algo muy inmediato, por eso la liturgia nos regala la Cuaresma, ese tiempo de 7 semanas, en la que cada una tiene su propuesta.
“Cada semana que yo sigo, cada semana que vivo son escalones que me llevan al Calvario para vivir con Jesús, su muerte y resurrección. Por lo tanto, tenemos 7 escalones que pisar, empezando desde la imposición de la ceniza que fue el inicio de mi preparación hacia el triduo pascual”, señala.
¿Cómo debimos prepararnos?
Fueron 2 meses de preparación durante esta Cuaresma, nos explica la Hermana Rosmery, tiempo que por desconocimiento o a veces por pereza u otras razones no aprovechamos. Y por eso, dice, hay tanto desorden, por eso no comprendemos y llegamos a la Iglesia pensando que lo importante es el ramo, la bendición del agua y cosas superficiales.
Durante la primera semana de Cuaresma debemos aprender a renunciar a nuestros placeres y al egoísmo para poder estar con Jesús. Esta semana me llevó a que me alimentara de la Palabra, es una preparación para comprender la Semana Santa, estudiar el evangelio, leer la Sagrada Escritura y seguir sus enseñanzas.
La segunda semana, destaca, nos hace ver que, si yo quiero entrar correctamente para la Semana Santa debo renovar mi bautismo. “Yo tengo que preguntarme que si soy cristiano mi vida debe ser transfigurada, es decir yo debo ir cambiando poco a poco a medida que creo en Jesús y mi profesión de fe frente a la Cruz es hacer que yo también me sumerja en esa muerte para resucitar”, dice. Esta es la semana de la Transfiguración, el segundo paso de vivir la cuaresma en preparación a la Semana Mayor.
Luego entramos a la tercera semana en la que leemos el pasaje de la Samaritana…el deseo del agua viva, lograr que Jesús me surja en su fuente bautismal porque nosotros en el Triduo Pascual, vamos a sumergirnos en la muerte de Jesús para resucitar.
“Y eso fue lo que la Samaritana le dijo, -dame de beber-, pero Jesús le dijo: – antes de beber, renuncia a tus maridos, a aquello que te impide beber el agua viva-”.
Así, poco a poco se avanza en la Cuaresma, en esa preparación especial que no podemos volver a dejar pasar. Durante la cuarta semana, el evangelio nos habla del ciego de nacimiento, Jesús nos dice que es la luz del mundo, y con ello nos hace ver que es lo que quiero o no quiero ver.“ Muchas veces estamos en las oscuridades y por eso, durante este tiempo de preparación, renovar mi bautismo me va a hacer comprender que si yo quiero vivir ese Triduo Pascual, yo voy a nacer para ser luz en las tinieblas, en este mundo que está todo confundido, y que como cristiano debo iluminar”, señala la Hermana Rosmery.
La catequesis durante la Cuaresma sigue, y el evangelio nos ha presentado el pasaje de la mujer adúltera, esa que reconoce que ha fallado, que ha pecado, y Jesús viendo su humildad, la levanta y le dice -Yo tampoco te condeno-
Entramos a la última semana, en la que se nos presenta el pasaje de Lázaro, en el cual Jesús le dice “Sal fuera”, se nos invita a salir de nuestras tumbas, de lo malo, de lo que no edifica”.
Entonces, estas 7 semanas son para irnos trabajando en el camino hacia la renovación de nuestra vida, por eso no debemos desperdiciarlas, debemos aprovecharlas para estar listos para vivir la Semana Mayor.
Basta de ser cristianos mediocres
La Hermana Rosmery hace una invitación a que no quedemos solo en los ritos, sino a que busquemos la entrada a una vida y un camino nuevo.
“Debemos profesar nuestra fe, pero qué fe voy a profesar si durante todas estas semanas de enseñanza donde se me pide dejar la idolatría, los deseos y el pecado, no lo hice”, destaca la religiosa.
Agrega que no podemos vivir de repeticiones y la celebración vacía de cada año; es hacer memoria, sí, pero actualizando mi vida. Si yo me preparo durante las semanas de Cuaresma, vivo la Semana Santa en la novedad, como un verdadero cristiano, como un discípulo.
¿Y si no? Entonces soy parte del montón, recalca la Hermana Rosmery. “Tenemos un montón de bautizados, pero pocos que son conscientes del evangelio. Y ese es nuestro problema en la Iglesia, la mediocridad”.
¿A estas alturas, hay oportunidad? La Religiosa insiste que sí, pero la tranquilidad, la apatía, la indiferencia a esta llamada de Dios es lo que duele. Y uno puede llegar y decir, me arrepiento Señor, no hice nada, pero voy a entrar a la misa, pero no es real el arrepentimiento y allí está el error.
“Como ahora estamos en ese camino sinodal, lo que se nos propone es que nos preparemos juntos hacia la Pascua, ayudándonos unos a otros, a que le demos sentido al cristianismo, que aprendamos a vivir como cristianos, que si yo ya nací a la luz de Jesús, debo iluminar al otro con mi Palabra, debo salir a decirle a mi familia, a mi gente, a mis amigos, aquí está Jesús”, puntualizó la religiosa.